¿Ha habido elecciones municipales?

LUIS POUSA/Galicia* : Las ciudades, las villas, los pueblos constituyen el principal espacio social donde transcurre la vida cotidiana. Desde la antigüedad, las gentes se han agrupado y de esa agrupación han surgido núcleos urbanos que se han estructurado y vertebrado como lugares de encuentro e intercambio tanto para facilitar su existencia y prosperidad como para asegurar la protección colectiva. Su evolución ha llevado, en el estadio actual, a grandes áreas urbanas y metrópolis. Esos nuevos espacios de concentración atraen a nuevas gentes de distintas culturas y deben prepararse para acoger y gestionar la diversidad. De lo contrario, el comercio no prosperará, los ritmos de desarrollo cultural y tecnológico se ralentizarán y las ciudades, en vez de cobrar dinamismo y ser espacios de interacción humana, se convertirán en conjuntos estáticos embargados por la decadencia.
En Galicia, esos problemas se agravan como consecuencia de los problemas demográficos que padece: una de las más bajas tasas de reposición de Europa y un grado de envejecimiento de la población que empieza a rozar el límite de lo sostenible.
Ninguna de éstas y otras cuestiones, como el despoblamiento, el urbanismo, las periferias residenciales, el sistema de transportes, el impacto en el medio ambiente, la incorporación de las nuevas tecnologías, etc, han sido los protagonistas de las elecciones del 22-M. Tampoco lo han sido el grave problema de financiación que aqueja a los ayuntamientos y los ajustes que, necesariamente, tendrán que adoptar las nuevas corporaciones salidas de las urnas.
Todas esas cuestiones han sido tratadas como secundarias, al imponerse la agenda trazada por el PP de convertir el 22-M en un plebiscito a la gestión de la crisis por Zapatero. La resistencia de los socialistas a dejarse atrapar en esa trampa ha durado poco, pues también el resto de las fuerzas políticas hicieron suya la agenda fijada por los populares. Y por esa misma senda han ido los medios de comunicación.

Conocidos los resultados, los análisis se centran ahora en el reparto del poder y en las consecuencias que esa nueva distribución del poder tendrá sobre las próximas elecciones generales. Sabemos quienes ganaron y quienes perdieron; sabemos quienes a partir de ahora gobernarán nuestros municipios, pero sabemos poco o nada de sus programas y de sus estilos. Ni siquiera sabemos si tienen programas y si estos se sustentan en un modelo de ciudad, o simplemente ofrecen un contenedor, más o menos repleto, de propuestas inconexas, hilvanadas para salir del paso.

Son tantas las respuestas que quedaron sin preguntas, que cabe preguntarse si, de verdad, ¿ha habido elecciones municipales? Más bien, no. Ha habido una batalla política por el control de un ámbito de la Administración, cuyo papel ha sido subordinado a los intereses del poder central y el Estado de partidos, en detrimento de los intereses de los ciudadanos, aunque estos hayan sido cómplices en contra de sí mismos. No era ese el sentido formal de la convocatoria.


* El Correo Gallego - Opinión - 24.05.11

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