A Coruña.- La urbanización de la Torre, paradigma de una política urbanística que se debe desterrar

LAOPINIÓN* : Todavía con la orden de derribo del edificio Fenosa coleando, al nuevo Gobierno local se le abre otro frente heredado que amenaza también las arcas municipales. Negreira busca fórmulas para evitar la indemnización de 60 millones de euros que reclaman los propietarios de la urbanización de seis bloques de edificios proyectada a 500 metros de la Torre en el plan general aprobado en 1998 por el Gobierno municipal, entonces con mayoría absoluta del PSOE, ratificada después por el bipartito y desautorizada en enero por la Xunta. El caso de la urbanización de San Amaro no es un conflicto más; es el paradigma de la oscura política urbanística que imperó en María Pita durante años. La Torre fue durante el vazquismo el patito feo de la ciudad, pese a ser un diamante en bruto para la promoción de A Coruña. Se la fue rodeando de actuaciones que eliminaron irreversiblemente su visibilidad desde diversos ángulos y se la consideró un inmejorable reclamo para el negocio inmobiliario. La controvertida urbanización que taponaría definitivamente la vista del faro romano de llevarse a cabo fue incluida en el plan urbanístico de 1998, que no tuvo reparos de la Xunta presidida entonces por Manuel Fraga. Los promotores de la urbanización la proyectaron en unos tiempos en los que los precios se multiplicaban de un año para otro pero su construcción se fue retrasando hasta que la burbuja inmobiliaria estalló y, casi al tiempo, la proclamación de la Torre como patrimonio de la humanidad elevó las críticas al proyecto.

Fue el coruñés César Antonio Molina quien desde el Ministerio de Cultura rescataría del cajón del olvido la vieja aspiración del Instituto de Estudios Torre de Hércules e impulsó una candidatura que acabó por convertir el faro romano en una atracción mundial.

El Gobierno municipal de Javier Losada, lejos de dar marcha atrás, porfió contra viento y marea para sacar adelante este cuestionado proyecto heredado de su antiguo mentor sin pararse en barras siquiera ante la proclamación universal de la Torre por la Unesco. El anterior Ejecutivo local no se arredró ante la cascada de críticas que le llovieron por defender unos sospechosos intereses urbanísticos que ponían en peligro la joya de la ciudad, alrededor de la cual se fragua la imagen promocional de A Coruña. El propio ministro César Antonio Molina censuró abiertamente al equipo de Losada al ser elegido hijo predilecto de A Coruña en 2009, cuando denunció que las actuaciones urbanísticas en el entorno de la Torre ponían en peligro el reconocimiento de la Unesco, que también advirtió a María Pita. La urbanización de San Amaro fue además un permanente punto de fricción del PSOE con sus socios nacionalistas en el gobierno de la ciudad.

El nuevo alcalde, Carlos Negreira, se ha comprometido a evitar la construcción frente a la Torre y ha propuesto compensar a los propietarios de los terrenos en San Amaro afectados por la decisión de la Xunta con edificabilidad en otra zona de la ciudad. El BNG se opone a esta medida, con el argumento de que al no haber ningún pronunciamiento judicial al respecto, no hay por qué negociar nada con los promotores, y recuerda que el arquitecto que firmó a finales de los 90 el estudio de detalle de la urbanización presentado por los promotores es el nuevo director general de Urbanismo del Ayuntamiento, César Otero.

Más llamativa resulta la posición de los socialistas, que se limitan a pedir que la Xunta pague la factura del desaguisado con el argumento de que es la administración que se opone a la urbanización tras el informe de la Unesco, sin hacer la menor autocrítica. La nueva cabeza visible del socialismo coruñés, que representa una línea continuista, tiene ahora la oportunidad de abrir un debate en el seno de un partido que pugna por regenerarse y conjurar los errores del pasado que les pasaron factura en las urnas para renovar su apuesta como uno de los necesarios motores políticos de la ciudad. También Carlos Negreira debe llevar este asunto con total transparencia para ahuyentar cualquier sospecha de connivencia entre su director de Urbanismo y los promotores para los que trabajó en el pasado, demostrando así que se ha alcanzado un punto de inflexión en una política urbanística tanto tiempo en la picota, cuyos hábitos deben ser desterrados definitivamente.


* La Opinión A Coruña - 26.06.11
Foto: A Coruña, entorno Torre Hércules - laopinioncoruna.es

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