Zaragoza.- Desuso no debe ser abandono

ELPERIÓDICO* : Lo ocurrido ayer en el antiguo cuartel de Pontoneros no debe ser entendido como fruto de la casualidad, como una incidencia producto de la mala suerte y de algo debe servir pensar que si la zona donde se desplomó el alerón no hubiera estado apuntalada previamente, tal vez se estaría hablando de un accidente mucho más grave. Y es que la segunda lectura rápida que suscita es evidente: que un inmueble esté en desuso no debería ser sinónimo de estar abandonado. Directa o indirectamente, todas las reacciones surgidas durante la jornada, políticas y vecinales, apuntaron en esa dirección, confirmando que el accidente también dispara las alarmas sobre otros edificios que están en similares condiciones. Porque el hecho de que no se abran al público con alguna utilidad puede criticarse (o no, en una situación económica tan grave) pero que el olvido y el deterioro amenace su conservación no es admisible.

Ahora renacen las dudas y las críticas a partes iguales sobre la Imprenta Blasco y el Palacio de Fuenclara, sobre todo sabiendo que la Ciudad de la Justicia irá en la Expo; o del antiguo instituto Luis Buñuel, que en pocos años cambió su futuro varias veces, desde acoger Turismo y Hostelería, al frustrado acuerdo con el colegio Santo Domingo por el traslado, o a una posible escuela de idiomas y un centro de creación artística en las últimas quinielas. Pero, ¿cuánto dinero se ha metido en la conservación de estos edificios? Su conservación ha ido muchas veces ligada a ese futuro incierto.

Pero ha ido a suceder en un edificio en el que sí se ha metido dinero. Ni de lejos los 9,4 millones de euros que se preveían en el programa 2005-2012 del Plan Integral del Casco Histórico, en dos anualidades (2009 y 2010) de 4,7 cada una --a esta inversión se refería ayer el portavoz del Partido Popular, Eloy Suárez, aunque sus cifras bailan--, pero sí han habido partidas en el presupuesto, ejecutadas desde Urbanismo, para tratar de mantener su buena conservación. Muestra de ello es que está en obras, aunque se centren en la parte trasera.

Quizá la pregunta sea: ¿Se podría o debería haber destinado más? Es evidente que sí, sino habría que esperar a que tuviera consecuencias dramáticas para cuestionarse si se ha hecho algo mal. ¿El qué? Seguramente vaya en la línea de la indecisión sobre su futuro, de las necesidades que este edificio tenía como archivo histórico como se pretendía al principio, como equipamiento cultural como se planteó después o como residencia universitaria con espacios comunitarios como se planteaba ahora.

Aunque esta indecisión también puede considerarse relativa, ya que se había firmado ya un convenio de colaboración con la Universidad de Zaragoza para avanzar en su diseño, era uno de los proyectos incluidos en el Plan Estratégico para el Casco Histórico (La cultura transforma el Casco) y era uno de los equipamientos más definidos que proponía la candidatura de la Capitalidad Cultural del 2016. O sea, que si la nebulosa sobre su destino era preocupante, ¿qué decir de Fuenclara o Imprenta Blasco?.

Otra de las líneas argumentales podría apuntar directamente a los responsables del PICH, por no haber destinado parte de su presupuesto anual a este inmueble. O incluso por incumplir su programa 2005-2012. Sin embargo, con las cifras en la mano y la crisis en la calle, también hay que explicar a los vecinos que dedicar esos 4,7 millones supondría destinar el 50% de los recursos disponibles, que esa era la prioridad y no otras sociales o de microurbanismo en las que se ha incidido. Y también que se iba a priorizar en eso, cuando el uso que se planteó cuando se fijaron estas cantidades era otro bien distinto al que tendrá ahora.


* El Periódico Aragón - 6.07.11
Foto: Zaragoza, cuartel Pontoneros en ruina - que

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