Villanueva de las Hipotecas

HOY/Guadalajara* : Villanueva de la Torre, en Guadalajara, es un municipio truncado: un museo de la burbuja inmobiliaria, un paraíso del ladrillo caravista, un parque temático del urbanismo descabellado. Villanueva de la Torre es, además, el pueblo más hipotecado de España, una de las localidades más jóvenes y probablemente la que ha sufrido la mayor explosión demográfica de los últimos tiempos: en el año 1996, tenía 330 habitantes; ahora supera los 6.200. Una tasa de crecimiento anual por encima del 140% ¿Por qué ha sucedido todo esto?
Villanueva de la Torre está a 50 kilómetros de Madrid (apenas media hora en coche) y, a finales de los noventa, las inmobiliarias se pusieron las botas de vender pisos en este rincón del Henares: apartamentos amplios y luminosos, emplazados en urbanizaciones despejadas, con sus arbolitos, sus jardines y sus piscinas privadas, y a tiro de piedra de la capital.

Durante los años de vacas gordas, cuando nos creíamos ricos e indestructibles, miles de madrileños escogieron vivir en Villanueva de la Torre, firmaron las correspondientes hipotecas y se asentaron en el municipio. La decisión parecía irreprochable: por la cuarta parte de lo que costaba un piso en Madrid, adquirían un unifamiliar bien comunicado y en la campiña. En el año 2006, más del 80% de los ciudadanos de Villanueva, según el Instituto Nacional de Estadística, tenían una hipoteca sobre sus espaldas. Cuatro años después, la cifra es más o menos la misma, pero ya no se lee con una sonrisa: la crisis económica se ha cebado con bastantes vecinos, que ahora se pasan los días echando cuentas para poder pagar al banco. Gente como José Luis Blanco, que ayer dirigía una inmobiliaria y hoy atiende una churrería. Blanco al menos ha sabido reinventarse, pero está cansado de responder a los periodistas y prefiere no contar otra vez su historia, que se ha convertido en la metáfora de una pesadilla compartida.

Carteles de 'Se vende'

En plena marea alta, los promotores soñaron con un municipio de 20.000 habitantes y construyeron más de 3.500 unifamiliares. Ahora, los 6.000 vecinos que quedan duermen en Villanueva y hacen vida social en Azuqueca de Henares, a cuatro kilómetros de distancia. En el pueblo hay un par de zonas comerciales, pero apenas hay tiendas. Los carteles de 'Se vende', colocados por aquí y por allá, lanzan gritos de auxilio que nadie parece escuchar. Muchas urbanizaciones se han quedado a la mitad. Sus restos yacen junto a la autopista Radial 2 como los miembros amputados de un gigante.
La historia de Villanueva resulta particularmente llamativa, pero podemos encontrar casos así distribuidos por toda España, sin tener que recurrir al célebre ejemplo de Seseña (Toledo): esqueletos de ciudades enteras que se han quedado a medio hacer, sorprendidas por una crisis que se acercó a sus víctimas como un asesino silencioso. Castellón podría ser otro buen ejemplo, según el informe anual de CataluñaCaixa, uno de los más fiables del sector: el 16,7% de las viviendas que hay en la ciudad levantina suspiran por un propietario que las ocupe y las limpie de vez en cuando. Y en Villarreal, apenas a diez kilómetros de distancia, la cifra alcanza el 15,1%.


* Hoy - 18.12.11
Foto: Una de las muchas promociones de Villanueva - hoy

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