Convocan una jornada playera de protesta contra la especulación urbanística en Trafalgar y su entorno

BAHÍADECÁDIZ* : El movimiento 15-M gaditano “se moja”. Los llamados indignados han decidido unirse al movimiento ciudadano que ya lleva más de año y medio luchando por defender una de las pocas costas cuasi vírgenes que quedan en el país: Trafalgar y su entorno natural. “Una costa que hoy por hoy, es un emblema que distingue a la provincia de Cádiz, y que hasta ahora, se había librado de ese ladrillo depredador que ha devorado nuestras costas, y que tanta responsabilidad ha tenido en la gravísima crisis que ahora estamos atravesando”.
No obstante, “Trafalgar está ahora amenazada por los de siempre. En lugar de preservar esta costa como una joya única, que podría y debería convertirse en un ejemplo mundial de sostenibilidad y turismo responsable, generando verdadera riqueza para los ciudadanos, nuestra clase política vuelve a unirse a los intereses de la banca y de las grandes promotoras, para hacer más de lo mismo: especular con el terreno y embarcarse en macroproyectos que benefician a unos pocos, y que en lugar de atraer más turismo, alejará al que ahora admira y sostiene la zona”, argumentan desde el 15-M en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.

“¡Adiós para siempre a aquello que diferencia a Cádiz del resto y que debería ser la mayor riqueza de una provincia necesitada de innovación sostenible, visión de futuro y apoyo a la economía local! ¿Eso es todo lo que tienen que ofrecer nuestros políticos? ¿Pelotazos urbanísticos a corto plazo? ¿Empleo precario y estacional? ¿Camareros o limpiadores, que tendrían que trabajar 50 años para poder tener una pensión? ¿No sería mejor formar a los ciudadanos, para que sean ellos mismos quienes desarrollen, cuiden y gestionen de forma responsable y sostenible una costa única en nuestro país? ¿No crearía eso mucho más empleo a nivel local?”, apostillan.

Ante ello, se entiende que la ciudadanía “no puede callarse”. Por eso este lunes festivo 15 de agosto, se invita a “tomar la playa para conquistar Trafalgar”. Porque “el futuro no será posible si seguimos con este agotado modelo improductivo que sólo interesa a políticos ávidos de plusvalías y grandes corporaciones que deslocalizan todos los ingresos y ganancias que obtienen”.

UN FIN DE SEMANA DE MOVILIZACIÓN

La movilización del día 15, dará comienzo unos días antes en algunas localidades de la provincia. Así, por ejemplo, en la ‘Casa del Pueblo’ instalada en el antiguo colegio Valcárcel de la capital gaditana por la plataforma Valcárcel Recuperado se llevará a cabo a partir de mediodía unas jornadas centradas en la problemática del urbanismo en las costas.

La jornada del 15-A arrancará a las 12 horas con dos marchas simultáneas, una desde Malcucaña-El Palmar, la ‘marcha norte’ (a la que se unirá otra marcha organizada desde Conil a las 10 de la mañana que partirá del puente sobre el Río Salado) , y otra desde el Faro de Trafalgar, la ‘marcha sur’.

Ambas marchas, a las que se les quiere dar un aire no sólo reivindicativo sino también un carácter de pasacalles festivo, se fusionarán en la playa de Mangueta sobre las 15 horas, donde estará ubicado el campamento base “en el que todas y todos nos reuniremos para un comida popular”. Ya a las 19 horas se celebrará un debate y coloquio popular sobre medioambiente, ecología, turismo responsable y alternativo, y sostenibilidad. La jornada está prevista que finalice sobre las 21.30 horas, coincidiendo con la puesta de sol

El movimiento 15-M convocante de la jornada, resalta que los tres puntos centrales de esta protesta (Malcucaña, Trafalgar y Mangueta; queda exento el Prado de Castilnovo) “son terrenos clave sobre los que ahora mismo nuestros políticos han dado luz verde a la construcción de grandes complejos hoteleros, campos de golf y urbanizaciones de lujo, y sobre los cuales la gran banca ya está tomando posición para llenar sus arcas de espaldas a los verdaderos intereses de los ciudadanos. ¡¡Basta ya!!”.


* Diario Bahía de Cádiz - 12.08.11
Foto: Indignados, cartel 15m Toma la Playa en Trafalgar (Cádiz)

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Jaén.- Cinco demoliciones 'voluntarias'

IDEAL* : Desde el año 2006, los tribunales de Justicia de Jaén han dictado alrededor de un centenar de sentencias por delitos urbanísticos, que incluían entre las penas la demolición de lo construido al margen de la ley. La mayoría afectan a chalés de la capital. En ejecución de estas sentencias, la Gerencia Municipal de Urbanismo procedió hace meses a echar abajo un chalé en la zona de Plaza de Armas, suelo declarado Bien de Interés Cultural en el entorno del yacimiento ibero de Puente Tablas. Luego le pasaron la factura al condenado.
La sección de la Fiscalía que se ocupa de los delitos contra el medio ambiente tiene constancia de otras cinco demoliciones en cumplimiento de las sentencias firmes que hay pendientes de ejecución. Estas cinco han sido derribos ejecutados directamente por los condenados. 'Voluntariamente', ya que la Fiscalía había iniciado contra ellos procedimientos de embargo (pisos de primera residencia, cuentas corrientes, coches o cualquier cosa a su nombre) para que Urbanismo procediese al derribo a su costa. Ante tal contingencia, que dispara los presupuestos de demolición, optaron por anticiparse, hacer ellos el derribo y acreditar vía notarial y por informes de la Policía Local que habían cumplido y que no había por qué embargarlos.

Una de las demoliciones voluntarias, recogidas en un informe de Fiscalía, responde a la ejecución de una sentencia dictada en 2007 por el Penal 2 de Jaén. La resolución judicial tardó tres años en verse satisfecha, pues consta que en 2010 el condenado echó abajo su vivienda, construida sobre suelo no urbanizable protegido por interés agrario, en zona de policía y servidumbre de un río en término de Jaén.
También en suelo protegido por interés en Jabalcuz hubo otra demolición tras sentencia de 2010. Otra fue el cerramiento de una parcela en Plaza de Armas. Y otra casa en una zona de interés forestal que invadía además un camino. El quinto derribo voluntario no fue en Jaén, sino en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Una nave.
Acuerdo municipal
Decenas de condenados de Jaén respiraron aliviados cuando en noviembre el Ayuntamiento aprobó en pleno su intención de legalizar todas las urbanizaciones de la periferia. En el acta plenaria se incluía hasta la Plaza de Armas. Los derribos se paralizaron. Los juzgados comenzaron a acordar suspensiones de las demoliciones hasta que se concretase la posible legalización.
Sin embargo, la Audiencia Provincial confirmó a finales de julio la demolición de un chalé ilegal en Plaza de Armas, en suelo especialmente protegido y declarado Bien de Interés Cultural por pertenecer al entorno del yacimiento arqueológico de Puente Tablas.
La Audiencia desestima el recurso del propietario, que intentó parar el derribo alegando que está previsto legalizar la zona: el acuerdo plenario del 25 de noviembre pasado era para calificar ese suelo como «urbano consolidado». «No le corresponde (al Ayuntamiento) decidir sobre la posibilidad de legalización de las construcciones realizadas sobre este tipo de suelo (protegido)», advierte la Audiencia. Los derribos continúan.


* Ideal - 14.08.11
Foto: Demolición de un chalé en las inmediaciones del Puente Tablas, el año pasado. :: IDEAL

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Ciudades.- "La falta de recursos genera violencia"

ELPAÍS/Entrevista* : "Uno de los principales desafíos sanitarios en el siglo XXI son las grandes ciudades y sus habitantes", afirmó Jacob Kumaresan, director del centro para el Desarrollo de la Salud de la OMS en Kobe (Japón), en el Foro Global sobre Salud y Urbanismo organizado por la OMS en Kobe el pasado noviembre. En esa reunión se llamó la atención sobre "las importantes situaciones de desigualdad presentes dentro de una misma ciudad", algo que, Kumaresan comenta por teléfono, "deberían tener muy en cuenta los dirigentes". El informe de la reunión destaca además que "el crecimiento urbano ha superado la capacidad de los Gobiernos para proporcionar infraestructuras básicas, de forma de que uno de cada tres residentes vive en chabolas o asentamientos informales".

Pregunta. ¿Es un lujo preocuparse por la salud mental de los ciudadanos cuando en las grandes ciudades crecen los suburbios con dificultades para acceder a los servicios sanitarios básicos?

Respuesta. En absoluto. Ocuparse de la salud mental de los ciudadanos no es un lujo. Las ciudades están creciendo en todo el mundo porque las personas acuden en busca de una mejor calidad de vida, con más educación, más servicios médicos y más oportunidades de trabajo. Si no encuentran eso, el riesgo de padecer enfermedades mentales como la depresión aumentará, lo que complicará aún más su situación y la de toda la sociedad. Si estás deprimido es más difícil encontrar trabajo, formarte... Y en última instancia una situación de falta de recursos genera más violencia, por ejemplo.

P. ¿Es esto un riesgo también en ciudades de países desarrollados?

R. Por supuesto, esto deben tenerlo en cuenta también los dirigentes de ciudades como Madrid o Barcelona. También en ellas se dan diferencias entre barrios, y nos parece muy importante analizarlas. Es muy importante obtener más datos sobre la población de zonas menos favorecidas dentro de una misma ciudad. Un ejemplo claro es la incidencia de tuberculosis en las ciudades japonesas: en Osaka, el número de nuevos casos de tuberculosis por 100.000 habitantes oscilaba en 2006 entre los 31,6 en el distrito de Tsurumi y los 284,3 de Nishinari. Algo parecido ocurre en Nueva York. Los datos de esta ciudad muestran que los peores indicadores de salud de la población se dan en los barrios más pobres, en general. En 2001, la esperanza de vida de los neoyorquinos de estas zonas era ocho años más corta que la de los habitantes de barrios ricos.

P. ¿Cree que la actual crisis económica afectará negativamente el desarrollo de las megaciudades?

R. Sí, esta es una amenaza global. Pero los dirigentes deberían tener muy en cuenta que su objetivo es precisamente ocuparse de esto, de la calidad de vida de las personas.

P. ¿Lo que habría que hacer es invertir más en servicios de salud?

R. No solo eso. Algunos de los principales problemas en las grandes ciudades tienen que ver con el tráfico, por ejemplo, que contamina el aire urbano. Las medidas para evitar los accidentes y para paliar la contaminación no son del sector de salud. Mejorar la salud de los habitantes de las ciudades es un reto que implica a muchos sectores sociales.


* El País - 14.08.11
Foto: Río de Janeiro (Brasil), favelas - kaosenlared.net

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Reus.- Los vecinos piden que se paralice el proyecto del polígono industrial

DIARIDETARRAGONA* : La creación de un polígono industrial en la zona de la carretera del Morell fue uno de los proyectos más polémicos del anterior mandato, ya que los vecinos que viven en esta zona se revolucionaron porque se negaban a abandonar sus viviendas y sus fincas. Ahora, parece ser que la crisis es su principal aliada, ya que, pese al empeño del anterior concejal de Urbanismo, Jordi Bergadà, esta actuación se paró hace ya más de seis meses y, por el momento, no se han producido más avances. Desde entonces, la incertidumbre se ha apoderado de los propietarios de los terrenos afectados, quienes, pese a su relativa tranquilidad, quieren garantías que les aseguren que el proyecto no seguirá adelante.
«Nosotros estamos convencidos de que no es viable por muchas razones, y la crisis hace que todavía nos reafirmemos más en nuestra posición», manifestaba Manel Llauradó, presidente de la Plataforma Martí Verd, que se creó hace más de dos años precisamente para para intentar paralizar un proyecto que siempre han considerado «una aberración».

En su última reunión, los miembros de la Plataforma acordaron que después del verano pedirán reunirse con el nuevo concejal de Urbanisme, Miquel Domingo, para ver cuál es el posicionamiento del actual Gobierno Municipal. De hecho, hace tiempo que tuvieron un encuentro con él como técnico, y están convencidos de que «será más dialogante que Bergadà, que nunca quiso escucharnos», relató Fina Isern, también miembro de la plataforma.

Los vecinos confían en que esta actuación finalmente quede en papel mojado, pero no respirarán tranquilos hasta que esto se recoja en el nuevo Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM). Ellos creen que los polígonos son importantes, pero que esta actuación en concreto es «una barbaridad».

Seguirá parado

Por su parte, el concejal de Urbanisme, Miquel Domingo, aseguró al Diari que, por el momento, el proyecto seguirá parado, y que ahora mismo no es una actuación prioritaria. Asimismo, el concejal subrayó que sería difícil echarse atrás cuando está en marcha desde los años 90, pero que su intención es reconsiderarlo y actualizarlo a la nueva época «Desde que se empezó a plantear han pasado 15 o 16 años, y en este tiempo las cosas han cambiado mucho y ahora está desfasado», quiso añadir.

Por lo que se refiere al encuentro con los vecinos, el concejal se mostró receptivo y asegura que está abierto a reunirse con ellos para intercambiar impresiones entorno a esta actuación.

Mientras tanto, los propietarios siguen organizando periódicamente visitas guiadas a sus fincas, para demostrar el valor de una zona que califican como «un pulmón verde importante para el mantenimiento de la flora y la fauna de nuestro territorio».


* Diari de Tarragona - MÒNICA JUST | 11/08/2011
Foto: Fina Isern, una de las afectadas por la actuación, mostrando parte de las fincas que podrían convertirse en naves industriales.- diaritarragona

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El fin de la libertad en la generalización de lo urbano

MIQUEL AMORÓS* : Si como dijo Hegel el aire de la ciudad nos hace libres, en la misma medida el aire de la conurbación nos hace esclavos. Si el ágora, el foro o la plaza pública hicieron posible la libertad y la igualdad, su desaparición las aniquila. La conurbación que sustituye a la ciudad -y que algunos llaman posciudad-tiene características bien diferentes. La conurbación es exactamente lo contrario de la ciudad, lo opuesto de un lugar a la medida del habitante: es una no-ciudad, un espacio hecho a la medida del automóvil. Un amontonamiento aleatorio de edificios desparramándose por el territorio sin más orden que el que imponen los cinturones y ejes viarios. Lo que define la ciudad es el espacio público, el terreno común donde se dan las condiciones de una vida pública, allí donde los habitantes, a los que llamamos con propiedad ciudadanos, pueden expresarse; allí donde pueden formular y defender un proyecto colectivo. Gracias a esa dimensión política, la polis, es decir, la ciudad, fue el lugar privilegiado de la historia, de la historia como despliegue de la libertad. En cambio, en la conurbación no existe espacio público; se sigue llamando así a una zona neutral donde son imposibles las relaciones urbanas, el diálogo político o la gestión ciudadana; un espacio-espectáculo que no llama a prácticas comunitarias sino a circos que consagran la pasividad. Lo que define a la conurbación es el espacio circulatorio, el asfalto, que abarca prácticamente todo el espacio no construido. Un espacio donde se puede ir de un lado a otro sin tocarse, pero donde los encuentros son imposibles; un lugar muerto en el que se deshacen la libertad y la historia. Desde que la ciudad no es ciudad, los ciudadanos no son ciudadanos. Los que ahora se llaman así son sólo votantes, sin un sentido particular de pertenencia, puesto que la conurbación no pertenece a los que la habitan. El urbanismo ha sido el instrumento de esa desposesión.

El urbanismo surge cuando los destinos de la ciudad caen en poder de la burguesía. El urbanismo no es más que la proyección de la ideología burguesa en el espacio ciudadano, o lo que es lo mismo, la herramienta mediante la cual se convierte la ciudad en un centro de acumulación de capital. Sus primeros pasos son quirúrgicos: a costa de los huertos conventuales desamortizados, de las murallas y de las venerables callejuelas, se ensanchan plazas y se abren vías rectas de penetración que establecen el primer peldaño en el predominio de la circulación sobre el lugar: circulación de tropas, de mercancías, de carruajes..., de capital en suma. La mercancía coloniza las relaciones sociales e introduce un nuevo concepto del tiempo: el tiempo es oro. Las masas ciudadanas se ponen en movimiento espoleadas por la prisa que les impone la economía. La ciudad crece porque ha de absorber los excedentes depauperados de población campesina que fluyen a ella en busca de trabajo y porque la nueva clase dominante necesita un espacio propio. La burguesía mediante reformas interiores, fabrica nuevos centros donde concentrar la actividad comercial y financiera. El centro se segrega de la periferia, adonde se instalan las actividades industriales, se trasladan los mataderos, los cementerios, los manicomios y las cárceles. Para vivir la burguesía construye nuevos barrios, los ensanches, separados de los viejos barrios de artesanos y obreros. El espacio público al aburguesarse, desaparece; la burguesía es una clase que sobrevalora su intimidad. En los exclusivos ensanches los edificios son altos, con amplias viviendas, las calles espaciosas, con comercios y establecimientos de lujo. La idea burguesa de edificio público no es el palacio, ni la modesta “casa del pueblo”. El inmueble grandioso representa la ideología burguesa de progreso. Así se construirán gracias al uso del hierro los nuevos consistorios, preferentemente en un estilo ecléctico, las centrales de Correos y Teléfonos, los mercados municipales, las estaciones del ferrocarril y todas las sedes de bancos y grandes empresas. La función de la mole de ladrillo, hierro y cemento no es otra que la de plasmar en el espacio la nueva jerarquía social que rige en la ciudad, preocupada exclusivamente por el movimiento de mercancías y dinero. Con su imponente presencia el inmueble ha de inhibir cualquier práctica cotidiana típica de una sociedad igualitaria, paralizar la dinámica social a su alrededor; en resumen, ha de mantener el orden.

El diseño en cuadrícula u ortogonal no da significación alguna a valores colectivos, más bien revela una parcelación del terreno que obedece a razones económicas: la creación del mercado inmobiliario. Al mismo tiempo que la burguesía hace negocio con los terrenos, consagra la privacidad como valor supremo, pues al contrario de lo que sucede en los barrios obreros, en los ensanches se prima lo interior sobre lo externo y, como consecuencia, se desvaloriza la vida social. La preponderancia de la circulación sobre el lugar es también la de la vida privada, urbanísticamente representada por la isla de casas, la manzana. La ciudad burguesa es una ciudad rota, en la que cada fragmento cobra autonomía: el centro político, el centro comercial y financiero, el ensanche residencial burgués, las barriadas obreras, los suburbios fabriles, la plaza de toros... Los espacios antaño comunes pierden su capacidad de relación y de comunicación, las calles separan las casas, las escaleras separan los pisos y los vecinos, encerrándose en ellos, se separan del mundo. El movimiento repetido al infinito acaba con la experiencia del espacio. Separa el espacio del tiempo y de la memoria; los monumentos son homenajes al olvido. Al someterse a la circulación la ciudad pierde su ritmo. La calle ya no se habita; es solamente un lugar de paso para ir de compras o al trabajo.

En el estado español, a finales de los años cincuenta del siglo pasado, las grandes ciudades dieron un salto cualitativo en la urbanización. Los Planes de Desarrollo y la entrada de capital foráneo fueron para la época el equivalente de lo que fueron derribo de las murallas y la llegada del ferrocarril para el periodo anterior. La actividad industrial pasó a ser preponderante y a concentrarse alrededor de las ciudades, forzando un vaciado de población rural. En quince años la población de muchas ciudades llegó a duplicarse. La oleada migratoria apenas pudo ser albergada en bloques de pisos, polígonos y grupos de viviendas, de arquitectura pésima, vertical y barata, ubicados según el precio del suelo con el objetivo de contener el mayor número posible de habitantes por metro cuadrado. La manzana como unidad edificatoria fue definitivamente abandonada y el bloque abierto pasó a ser la unidad celular del tejido urbano. Espacialmente significaba un grado myaror de privatización y de anonimato. Aunque por primera vez, o casi, el crecimiento estuvo planificado, los Planes Generales de Ordenación no sirvieron más que para rellenar con total permisividad los terrenos situados entre la ciudad histórica y una ronda viaria diseñada ex profeso, plasmando un esquema de crecimiento concéntrico -como una mancha de aceite— que nunca será modificado. El deterioro de los barrios populares provocó la huida de las clases medias a la periferia, lo que a su vez obligó a largos desplazamientos y generalizó el uso del automóvil. La ciudad se sale de sus límites merced al vehículo de motor. Al expandirse se multiplican las distancias y pierde la forma, exigiendo cada vez más medios de transporte. El tráfico rodado aparece tímidamente y toma posesión de las calles. En pocos años será el amo absoluto de la ciudad industrial. Durante los años sesenta las ciudades no solamente se extendieron sino que se suburbializaron. La motorización de la población, el almacenaje masivo de gente en los extrarradios, la degradación de los centros históricos y la destrucción de los huertos urbanos fueron fenómenos simultáneos. A los problemas económicos se añadieron los relativos a la miseria cotidiana, o, dicho con palabras prestadas de la sociología, a la “mala calidad de vida”.

Pero mientras que cualquier manifestación pública era reprimida, el coche propio, la televisión y una mínima capacidad de consumo ensanchaban los límites de lo privado. El fútbol sucedió a los toros como primer espectáculo de masas. La zonificación como principio exclusivo, la privatización equipada y la dictadura de la circulación caracterizaron el urbanismo desarrollista, dando como resultado una aglomeración de individuos con escasos vínculos entre sí, indiferentes al lugar, automovilistas esclavos de las leyes dictadas por las “infraestructuras”, bien fuesen circunvalaciones o autovías radiales.

El desarrollismo no fue sin embargo un rasgo específico de la dictadura franquista. Formulado por primera vez por el presidente norteamericano Truman en 1949, fue la doctrina oficial de todas las clases dirigentes y de todos los que hablaban en nombre de las clases oprimidas. Por eso el cambio de régimen alumbró una clase política separada pero no supuso un cambio de orientación en el fascismo urbanizador y mucho menos un retorno de la vida pública. Tras un corto espejismo se produjo una profesionalización acelerada de la política y el sindicalismo a la par que una desactivación del movimiento vecinal, procesos que sustituyeron a los mecanismos represivos anteriores de forma mucho más eficaz. España siguió siendo “una, grande y urbanizable”. Los nuevos PGOU eran trajes aparentemente distintos pero hechos a con los mismos patrones. Unos pocos zurcidos, más verticalidad, mayor zonificación, mucha más motorización y de nuevo un desarrollismo sin otra justificación que la continuidad del proceso especulativo, puesto que la población dejó de crecer durante casi dos décadas. Bajo la consigna “la tierra para el que la recalifica”, los especuladores colmaron de edificios los huecos de las ciudades hasta un segundo, tercero o cuarto cinturón, consumiendo el suelo de uso industrial periclitado y lo que quedaba de suelo agrícola, para soldarse luego con las ciudades y pueblos circundantes y constituir una gran área metropolitana. El fenómeno ha sido llamado “periurbanización”. Las antiguas barriadas céntricas se despoblaron y fueron parcialmente reocupadas por población marginal, acentuándose el deterioro de los lugares. Los viejos ensanches también empezaron a perder gente; buena parte del relevo generacional buscó casa en la primera o segunda corona metropolitana, ya por deseo de mejor entorno, ya por precios más asequibles. Gracias a la derrota del movimiento obrero pudieron pacificarse los escasos lugares liberados a la vida pública y lograron disolverse las ansias emancipadoras en un océano de consumismo y evasiones lúdicas. El subdesarrollo intelectual del habitante resultaba tan acentuado por el urbanismo que era muy fácil de adoctrinar para el consumo y las hipotecas. El desarrollismo exacerbó todas las taras del urbanismo burgués: la fragmentación de la ciudad, la destrucción del territorio, la masificación, la inmadurez mental, el predominio de la movilidad sobre los lugares, la urbanización sin límites... Los materiales prefabricados prepararon a los consumidores para una la uniformidad absoluta a traves de unos cualtos milllones de pisos, apartamentos y casas idénticos. Una arquitectura anónima entraña un modo de vida impersonal, insensible a la belleza tanto como a la fealdad, regido por una idea de confort privado que descansa en el ascensor, las cristaleras, el aire acondicionado, los cuartos de baño y sobre todo en la bunkerización, a base de alarmas, códigos de acceso y puertas blindadas. El desarrollismo urbano, tanto en la Dictadura como en la Democracia posdictatorial, transformó la ciudad en mero soporte de la circulación autónoma y de ahí vino lo demás. Al resultado final ya no se le podía llamar ciudad, puesto que se trataba de una extensión urbanizada sin fronteras, sin forma y sin carácter; un nódulo, o un “hub”, o un punto de articulación del retículo de la economía mundializada, semejante a cualquier otro. Patrick Geddes tempranamente llamó a eso “conurbación”; otros le llamaron “sistema urbano”. No era un fruto de la globalización; era la conditio sine qua non de su funcionamiento. La globalización descansa sobre una red de territorios hiperurbanizados por donde se mueven en tiempo real la información y los capitales; sobre un racimo pues de conurbaciones.

La conurbación de la era globalizadora tiene tres rasgos que la acompañan: ausencia de límites (“generalización de lo urbano”), diversidad de centros (“multipolaridad”) y desagregación social extrema (atomización). Son los trazos requeridos por una economía terciaria que, al separar geográficamente el proceso productivo de los lugares de consumo, eleva la circulación al rango de actividad preponderante. Y con la circulación todos los aspectos relacionados: el almacenamiento, la manipulación, la distribución y transporte. Para adaptarse a una economía de servicios, la conurbación debe por una parte sobrepasar un determinado tamaño crítico que la haga rentable como mercado; por la otra, disolver su centro en una red eficaz de polos especializados. La población necesaria viene de lejos, expulsada de sus países por la liquidación de las formas de sociedad anteriores a la globalización. Finalmente, la conurbación ha de conectarse con las demás de todas las maneras y a toda velocidad. La permanencia dentro de la red de flujos capitalistas exige grandes infraestructuras, suministro regular de gasolina, una mayor oferta de servicios a las empresas y un márketing espectacular a base de eventos mundiales de tipo deportivo o cultural. La conurbación es un territorio-empresa en perpetua exposición y promoción, cuya entrada ha de ser cómoda y la salida, fácil. La actividad a la que sus habitantes dedican el mayor tiempo es circular, ir desde su suburbio-dormitorio al trabajo o al centro comercial. El espacio urbano es ahora un espacio sin conflictos, sin sucesos, donde nunca pasa nada; un espacio sin pasado, y, por lo tanto, sin historia. Las torres de veinte o treinta pisos son el paradigma de la soledad y de la paz urbana. Un lugar inhóspito, donde nadie entabla relaciones gratificantes, ni establece sólidas ataduras, ni piensa en quedarse para siempre. Un lugar peligroso donde el azar reparte la mala suerte, puesto que pesar de que los individuos han sacrificado su libertad, su independencia e incluso su salud a la protección que les brinda la economía y al Estado, la sensación de inseguridad es considerable. Un lugar apto para personal gregario y gente infeliz y depredadora.

La memoria histórica ha sido borrada gracias a la destrucción o a la museificación de los lugares donde alguna vez hubo vida y hubieron tensiones. Su significación ha sido extirpada de cuajo o desnaturalizada por el relato entre aséptico y feliz de los paneles para visitantes. Los recorridos por ellos se ordenan al ritmo del museo, confundiéndose con los itinerarios turísticos. La conurbación ha perdido toda seña de identidad, cualquier significado cultural o histórico, cualquier especificidad: puede ser cualquier parte, un lugar provisional y estéril, un no-lugar. Los dirigentes intentan ofrecerle una identidad nueva a través de la arquitectura monumental de “marca”. Dicha arquitectura es independiente del lugar donde se ubica; igual podía estar en cualquier otro lado y por eso resulta ideal para la conurbación: refleja fidedignamente la disolución de la ciudad, el desarraigo reinante sobre el cadáver de los valores comunitarios. El arquitecto “artista” es indiferente al ambiente, enemigo de la trama, hostil al equilibrio con el entorno. El exabrupto tecnológico, la salida de tono, en fin, la grosería edificada, es justamente lo que busca, su “firma”. El alarde constructivo no ha de arraigar para nada, solamente aterrizar. Tiene por eso un regusto extraño, como venido de una realidad “marciana”. No puede establecer una relación mínima con los habitantes, pues estos, en cierto modo, también son “marcianos”. Los monumentos de la era de la globalización desrealizan los lugares, los acercan a la virtualidad. En tanto que imágenes, son señas de una realidad aparte, donde todos han de comportarse como espectadores. Son como los macroacontecimientos: enormes operaciones de publicidad que de paso hacen tabla rasa con la historia. Su presencia en ese caos neutralizado materializa la concepción del mundo que tienen los responsables del totalitarismo urbano, y afirma con contundencia el modelo criminal de sociedad que estos ha elegido en nombre de todos.

Si la política de infraestructuras tiene un punto débil, ese no es el suministro de agua potable, la producción ingente de residuos o la generalización de conductas anormales; hace mucho tiempo que la conurbación dejó atrás las condiciones humanas de vida. El talón de Aquiles es el petróleo. El avance de los suburbios depende de la proliferación de automóviles y de la disponibilidad ilimitada de carburante. Así pues, el final del ultradesarrollismo urbanizador -del capitalismo— no vendrá de la mano de un cambio climático o de una epidemia mortífera sin igual, sino de una sencilla crisis energética. Los combustibles fósiles hicieron posibles las industrias, los transportes, y, por lo tanto, las conurbaciones. Están tan íntimamente ligados a la economía global que cuando empiecen a escasear ésta no sobrevivirá. El crecimiento en un contexto de recesión de la producción petrolífera conduce al colapso social. Hoy por hoy ninguna energía, ni siquiera la nuclear, puede tomar el relevo. Todo el sistema económico dejará de ser rentable. Las conurbaciones, sin automóviles, no serán viables. Millones de segundas residencias quedarán vacías o serán ocupadas por fugitivos de las metrópolis. Y eso es lo que sucederá dentro de unas décadas, pocas. De nuevo volverán condiciones objetivas que empujen a los individuos proletarizados a mirar el mundo fríamente y actuar en consecuencia. No se trata pues de sentarse y esperar a que pase por la puerta el cadáver del capitalismo. Conviene ir sabiendo por donde hay que tirar. La lucha por liberar el espacio urbano será la nueva lucha de clases. Un programa radical ha de oponerse al desarrollismo y reclamar un retorno a la ciudad, es decir, al ágora, a la asamblea. Ha de proponerse fijar límites al espacio urbano, devolverle la forma, reducir el tamaño, frenar la movilidad. Reunir los fragmentos, reconstruir los lugares, restablecer relaciones solidarias y lazos fraternales, recrear la vida pública. Desmotorizarse, vivir sin prisas. Olvidarse del mercado, relocalizar la producción, mantener un equilibrio con el campo, demoler las tres cuartas partes de lo construido, deshormigonar el territorio. La economía ha de volver a ser un simple asunto doméstico. Salir del anonimato. El individuo ha de desarrollarse hasta encontrar su punto en la colectividad y echar raíces. La ciudad ha de generar una atmósfera que al respirarla haga libres a sus habitantes.

* Miquel Amorós
Conferencia dada en el Ateneo Libertario de El Cabanyal, Valencia, 16-VI-2007.


* Tortuga - 1.07.07

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