Bajo los adoquines, la playa

LAVANGUARDIA* : Los jóvenes idealistas que protagonizaron el Mayo del 68 francés pidieron con sus pintadas una playa bajo los adoquines. Sous les pavés, la plage. Era una metáfora, pero lo cierto es que el hombre se ha empeñado en crear playas donde no existían, para convertir los veranos atrapados en ciudades de interior en un tiempo más placentero. O al menos, si no la playa en sentido estricto, el sugestivo concepto de la costa, con sus dos ingredientes básicos: arena y agua. Hay multitud de variantes de playas creadas por el hombre donde nunca quiso la naturaleza, desde desmesuradas estructuras hasta escenografías temporales como las de París, Berlín u otras capitales europeas.
¿Por qué existe la necesidad social de la playa? José María Ezquiaga, arquitecto, sociólogo y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, lo resume así: “La playa es ante todo un gran espacio público de integración, donde las personas se pueden mezclar mucho más que en otros lugares especializados como plazas o avenidas. La playa nos permite, además, la transgresión, donde la desnudez está socialmente aceptada”. Ezquiaga añade un tercer elemento, las posibilidades de ocio al aire libre, si bien son más limitadas en las playas artificiales que en las naturales.

Por eso Madrid también se ha apuntado al carro con una playa junto al río Manzanares. “Más que una playa en sí misma se trata de una recreación de la idea de una playa natural, en un lugar como Madrid donde siempre ha sido un mito”, explica José Luis Infanzón, subdirector del área de Proyectos Singulares de la capital. La idea fue de una niña, Sara Rojo, que ganó un concurso municipal con un dibujo y una redacción en los que pedía que el Manzanares pudiera convertirse en una playa. A la hora de llevar este sueño a la realidad, los arquitectos seleccionados pasaron mucho tiempo pensando cómo debería ser, buscando ideas en ciudades como París, que es el epítome de playa urbana junto a un río. Pero el Manzanares no es el Sena.

“El concepto tradicional se basa en el contacto con el borde del mar –explica Infanzón–, pero al intentar incorporar esta idea a un lugar como Madrid, con un río canalizado con sólo 40 metros de ancho, tuvimos muchos problemas”. Madrid ya tuvo una zona de baños en el Manzanares en 1932. Pero en la década de los años cincuenta, el río se canalizó, y el baño se proscribió. “Para resolver el tema del agua, decidimos crear tres fuentes ovales que recrean las charcas que dejaba el Manzanares en sus crecidas, con la visión del río desde las mismas, como si nos estuviésemos bañando en él”.

Sobre las elipses hay una lámina de agua de tres centímetros y una serie de surtidores que emiten chorros aleatorios y microgotas que crean una nube de un metro de alto. El efecto que se genera es, en palabras de Infanzón, “como la orilla del mar cuando las olas rompen”. Esta instalación permitirá aliviar la canícula estival madrileña, pero seguirá funcionando en invierno como una mera fuente ornamental. Ahora que Barcelona ha prohibido el seminudismo en el centro de la ciudad, Madrid dejará libertad a los visitantes para mojarse con ropa o sin ella.

¿Pero dónde está la arena? “A la hora de realizar la playa, queríamos que fuese limpia. Si traíamos arena, habría que mantenerla y retirarla al finalizar la época estival. Por eso se decidió que la zona de descanso sería de hierba, con tumbonas y una cafetería”. La playa, que forma parte del parque de la Arganzuela, se inauguró en Semana Santa. Se encuentra junto a una futurista pasarela diseñada por Dominique Perrault, considerada la joya del proyecto denominado Madrid Río, que ha consistido en la rehumanización de los entornos del río tras el soterramiento de la M-30 y su sustitución por zonas verdes. “Hay un deseo social de recuperar el contacto con la naturaleza. Los ríos se perdieron como espacios lúdicos en muchas ciudades, pero la tendencia actual es de recuperar estos espacios para tomar el sol y bañarse si las condiciones del agua lo permiten”, explica Francisco Burgos, uno de los arquitectos que han participado en este proyecto.

Playas temporales En París, ciudad pionera en recrear una playa junto al Sena durante el verano, el concepto fue muy distinto. Iniciativa del alcalde Bertrand Delanoë, que pareció aplicarse el citado lema de Mayo del 68, comenzó con gran éxito hace diez años. La vía rápida Georges Pompidou se corta a la circulación aprovechando el éxodo estival y se transforma en lugar de relax y ambiente tropical con arena y palmeras para los pocos que no se van. Las ordenanzas prohiben estrictamente bañarse en el Sena (y el sentido común lo desaconseja), por lo que los parisinos han de conformarse con tomar el sol, aunque hay también toda una serie de actividades lúdicas, como thaichi o voley-playa en la plaza –recubierta de toneladas de fina arena– del hotel de Ville. Durante el verano del 2003, cuando la famosa ola de calor azotó Francia y el resto de Europa, unos tres millones de personas acudieron a refugiarse bajo los humificadores. El nombre de la operación, Paris Plages, le valió una batalla judicial al Consistorio, ya que desde 1882 existía una estación balnearia llamada así en... el Pas-de-Calais, a 300 km de distancia.

“El espacio público se puede y se debe pensar de otra manera para hacerlo más participativo. La ciudad se olvida muchas veces de la parte más lúdica del urbanismo. Todo este tipo de instalaciones estacionales permiten combatir el estatismo del mobiliario urbano y de las plazas duras que tan bien conocemos en Madrid y Barcelona”, explica el urbanista José Luis Vallejo, de Ecosistema Urbano. Su estudio propuso hace unos años convertir una plaza degradada del centro de Madrid en una playa como la de París, con arena de sílice y sistema de vaporización de agua, como forma de reconciliar el espacio público con los vecinos, ya que iba a ser instalada por ellos mismos. Pero, finalmente, fue el fabricante de móviles Nokia quien en el 2010, con la misma idea y en el mismo lugar, la llevó a cabo como parte de un plan publicitario.

El ejemplo parisino también fue copiado por otras capitales europeas. En Berlín, las riveras del Spree se convierten, gracias a varias toneladas de arena, hamacas y quioscos, en la Bundespressestrand o “playa de la Prensa”, que recibe este nombre por su cercanía con la sede de la asociación federal de diarios. Allí, unas piscinas flotantes sobre el río sí que permiten algún chapuzón, aunque no sea directamente en el Spree.

“Se trata de ser capaces de adaptar el espacio público a la sensación de paso del tiempo, adaptándolo a las estaciones, y propiciando una forma distinta de vivir la ciudad”, agrega Vallejo. Agustín Sánchez Arcilla, profesor de Ingeniería Hidráulica de la Universitat Politècnica de Catalunya resalta las ventajas de este tipo de instalaciones efímeras. “La mayoría de estas ciudades tienen un río que es bonito pero que no es aceptable para el baño, por lo que una instalación tipo piscina en la orilla permite tener la calidad del agua controlada”. Pero también recuerda que la mayoría de playas naturales tienen su punto de artificialidad, en cuanto que precisan la intervención humana debido a la fuerza del mar, que arrastra los sedimentos.

Proyectos faraónicos Al norte de Sudáfrica, en medio del parque nacional Pilanesberg, se encuentra un lujoso complejo hotelero denominado Sun City. Con una estética kitsch a medio camino entre El libro de la selva e Indiana Jones y el templo maldito, posee una enorme playa artificial denominada Valle de las Olas. Alimentada por un río también artificial, que recorre todo el complejo de hoteles, casinos y campos de golf, posee unos mecanismos hidráulicos ocultos que generan olas de hasta dos metros de altura.

Pero la más grande y más sorprendente se encontraba en la ciudad de Miyazaki, en Japón. Llamada Ocean Dome, cúpula del océano, acogía en su interior un volcán artificial, 600 toneladas de arena y un mar de 140 metros de ancho que permitía incluso hacer surf. Pero este paraíso imposible desarrollado con tecnología nipona permanece cerrado desde hace varios años. Una megainfraestructura muy parecida, a 60 kilómetros de Berlín, recrea un paraíso tropical bajo la inmensa cúpula de un hangar diseñado originalmente para aviones. En el 2004 fue comprado por una compañía malaya, que lo convirtió en una evocación de Bali, con lluvia artificial, 500 especies de árboles, varias playas de arena y una temperatura constante de 25 grados.

Y aunque pueda sorprender, Portugal también se ha apuntado a la moda de las playas artificiales. El país vecino ha necesitado un rescate financiero, pero eso no ha impedido desarrollar un proyecto para construir la playa artificial más grande de Europa: 22.500 metros cuadrados en Mangualde, una pequeña ciudad del interior, con chiringuitos y zonas para conciertos. Todo con tal de levantar el pavimento y ver la playa.

SUDÁFRICA
Sun City, el templo perdido

Esta playa sudafricana de 6.500 metros cuadrados en medio de las montañas tiene una serie de mecanismos que pueden producir olas de hasta dos metros de alto. El complejo de hoteles y casinos imita las ruinas de una supuesta civilización perdida en medio de la selva. Fue construido en una provincia autónoma del país, pese a que el apartheid, en ese periodo, impedía actividades como el juego o los espectáculos de variedades. Esta playa artificial ha acogido espectáculos como Miss Sudáfrica Adolescente">* La Vanguardia - SERGIO DANIEL BOTE - 12.08.11
Foto: Paris, playa en el Sena - gtresonline

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Ecologistas en Acción localiza 24 puntos negros en las playas valencianas

LEVANTE* : Ecologistas en Acción presentó a principios del pasado mes de julio la edición 2011 de su ya clásico informe sobre banderas negras, que localiza con nombres y apellidos las zonas del litoral español que presentan problemas ecológicos, a causa de los proyectos urbanísticos y los vertidos tóxicos sin control.
El documento, titulado 'Esto es una barbaridad', otorga un total de siete galardones negativos a nuestro litoral. La llamada cascada de la mierda en Benidorm, el lanzamiento de residuos en l´Albufera o el proyecto urbanístico bautizado como el Manhattan de Cullera son algunos de los ejemplos representativos de la costa valenciana en el texto.
Sin embargo, el documento de rango estatal no trata todos las denuncias de la entidad, sino que resume un informe monográfico mucho más extenso. En el documento 100% valenciano —realizado por diez voluntarios durante el año pasado— figuran un total de 24 casos de zonas del litoral amenazado. El trabajo realizado en nuestra Comunitat Valenciana diferencia entre dos tipos de zonas con problemas: las banderas negras —sectores donde el impacto se repite año tras año y la dificultad de actuar crece exponencialmente— y los puntos negros, es decir zonas en las que aún se puede revertir la problemática ecológica.

A su vez, el documento diferencia las degradaciones del territorio en tres grandes bloques: vertidos, urbanismo y obras en la costa y puertos deportivos.

El primero de los grupos lo definen un total de cuatro banderas y dos puntos negros. El primero de los casos denunciados lo centra la deficiente depuración de aguas residuales registrada en la comarca del Baix Maestrat (Castellón). Desde Ecologistas en Acción apuntan que «solamente Vinarós cuenta con una depuradora de tipo secundario, que realiza vertidos intermitentes al río nervol. El resto —Alcossebre, Peñíscola, Benicarló, etc— albergan plantas de pretratamiento y sus desechos van a parar al mar a través de emisarios submarinos; que en muchos casos registran roturas y fugas».

Benicarló —y su playa de «Mar Xica»— reciben una distinción por sí solos. Desde la entidad recuerdan que «la última gran filtración de aguas fecales causó el cierre de la zona baño».

L´Albufera
Uno de los nombres que se repiten año tras año en el informe —tanto estatal como valenciano— es el de l´Albufera de Valencia. Las recientes irregularidades —y emanaciones— detectadas en la cercana depuradora de Pinedo no hacen más que agravar el estado de uno de los parques naturales más conocidos del territorio costero valenciano. La zona también recibe un punto negro por la autorización por parte del gobierno de prospecciones petrolíferas.

En Alicante recibe una bandera negra el Parque Natural de la Serra Gelada y su conocida «cascada de la mierda», que comparten los municipios de Altea y Benidorm. De hecho, la zona de vertidos es retratada como un ejemplo de malas prácticas a nivel nacional. El último punto negro lo recibe Xàbia, por un vertido aislado del buque «Schackenborg», que causó una mancha de fuel de cuatro kilómetro.

En la vertiente urbanística, destaca el proyecto de «El Mascarat» (Altea) —ejemplo de destrucción paisajística—, el PGOU, que supone la desaparición de la mayor parte del espacio agrícola del municipio y apuesta claramente por los campos de golf, y el «Manhattan de Cullera», denominado así por proyectar un total de 33 torres con 25 alturas. El PAI Sant Gregori Golf (Burriana) y el PAI El Marenyet-El Brosquil —también en Cullera— reciben a su vez una bandera negra. El Plan Parcial Armanello (Cullera), la afección del PGOU de Pinedo en l´Albufera y el plan del Ayuntamiento de Callosa d´en Sarrià para en plena Sierra de Bernia obtienen tres puntos negros.

El apartado referente a las obras en la costa y los puertos deportivos contiene seis banderas negras y cuatro puntos negros. Los puertos deportivos Luis Campomanes y Portet de l´Olla (Altea), los tramos litorales de Alcossebre a Benicarló, nueve zonas costeras en Vinaròs (Triador, Foradá, Saldonar, Cossis, Fora Forat, Fortí, Clot, Fondo de Bola y Cala Punta I), y las ampliaciones de los puertos de Valencia y Sagunto conforman el primer grupo.

Los puntos negros son para el paseo de madera licitado por la Generalitat para la isla de Tabarca, los proyectos de ordenación litoral de los tramos Santa Pola-Torrevieja y Aigua Amarga-Cabo de Santa Pola y el incendio acaecido en el Marjal de Peñíscola.

Por último, desde Ecologistas comentaron que «son 24 zonas en peligro, abandonadas por la administraciones. Pero, seguro que hay muchas más», advierten.


* Levante - 15.08.11
Foto: Cullera - Representacion_Manhattan -elpais.com

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La urbe no le sienta bien al cerebro

ELPAÍS* : Que vivir en la ciudad aumenta significativamente el riesgo de padecer depresión, ansiedad y sobre todo esquizofrenia se sabe hace décadas, y el vínculo es tan claro que los expertos aceptan que debe de haber una relación causal: en la vida urbana hay algo que no le sienta bien al cerebro humano. La cuestión es encontrar qué. Los culpables se buscan hace años: estrés, falta de apoyo social, mayor consumo de drogas... incluso un virus. Aún no hay una respuesta. La última pista llega de la neurociencia: un grupo de investigadores ha descubierto que el cerebro de quienes han crecido entre edificios reacciona de forma distinta al estrés social.
Las estadísticas apuntan al hábitat urbano, así sin más, como uno de los principales factores de riesgo para la esquizofrenia. Y el fenómeno debería ser tenido en cuenta -opinan los expertos- de cara a la planificación urbana de las megaciudades. Hoy en día las 500 ciudades de entre uno y 10 millones de habitantes que hay en el planeta albergan a más de la mitad de la población mundial, unos 3.300 millones de personas, y Naciones Unidas estima que hacia 2050 el porcentaje llegará al 70%.

Las primeras evidencias de que los habitantes de las ciudades sufren más esquizofrenia datan de los años cuarenta. Desde entonces no han dejado de explorarse hipótesis, peinando las estadísticas en busca de asociaciones que ayuden a enfocar el problema. Pero sigue faltando "el elemento clave para pasar de una mera asociación a un vínculo causal: el de un mecanismo plausible que describa las vías entre la exposición y la aparición de los síntomas psicóticos", dice Jim Van Os, del departamento de Psiquiatría y Neuropsicología de la Universidad de Maastricht (Holanda) y uno de los principales estudiosos en el área.

Se sabe ya que los sospechosos a los que apuntaría la intuición, aunque tal vez tengan un papel, no son los únicos culpables. Factores como pertenecer a una minoría, contar con una mayor o menor red social, el acceso a los servicios médicos y sociales o un mayor consumo de drogas han sido restados de la variable vida urbana, y el resultado es que vivir en la ciudad sigue sobresaliendo como factor de riesgo. Tampoco influyen cuestiones como malas condiciones prenatales o un parto complicado, ni la posición socioeconómica. Y la idea de que el culpable sea un virus es poco probable: los hogares con muchos miembros -en los que un hipotético contagio sería más probable- no son "un factor de riesgo para la esquizofrenia", dice Van Os.

¿Y si el culpable fuera el estrés? Se admite que los sucesos estresantes son un desencadenante de los trastornos de tipo psicótico, como la esquizofrenia. Y ese ha sido el punto de partida para los primeros neurocientíficos en abordar el misterio de las ciudades y la salud mental.

Andreas Meyer-Lindenberg, del Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, se propuso escanear el cerebro de voluntarios procedentes de entornos rurales y urbanos en situaciones de estrés social. Diseñó un curioso experimento: mientras 32 estudiantes resolvían problemas aritméticos complejos, los experimentadores los estresaban con comentarios negativos y actitudes reprobatorias. "Les decíamos que sus resultados estaban siendo inferiores a la media, y les sugeríamos con impaciencia que se dieran un poco más de prisa...", ha contado Meyer-Lindenberg en Nature.

De entre las áreas cerebrales que se activaban durante la prueba, dos variaban en función de la procedencia urbana o rural de los voluntarios. La amígdala, un área clave en el procesado de las emociones, se activó exclusivamente en quienes vivían en ciudades en el momento de la prueba. El córtex cingulado -la región PACC-, que contribuye a regular la amígdala y a procesar emociones negativas, se activó más intensamente en quienes crecieron en ciudades. Los investigadores detectaron variaciones incluso según el tiempo transcurrido en la ciudad durante la infancia, y según el tamaño de la ciudad en cuestión.

La asociación aparecía tan clara que Meyer-Lindenberg desconfió y repitió el experimento con más voluntarios, teniendo en cuenta factores como -entre otros- edad, nivel educativo, ingresos, situación familiar, estado de salud, personalidad y estado de ánimo. Pero "ninguno de ellos alteraba el efecto de la urbanicidad, lo que sugiere que vivir en un ambiente urbano cambia la respuesta del cerebro en situaciones de estrés social, por un mecanismo claro aunque misterioso", escriben en un comentario en la misma revista Daniel P. Kennedy y Ralph Adolphs, del Instituto Tecnológico de California.

"Mucha gente especulaba con que el problema tenía que ver con entornos sociales, pero no había ninguna evidencia directa", ha comentado Meyer-Lindenberg a Nature. "Este es el primer mecanismo que relaciona las ciudades con la salud mental por vía del estrés".

Para Van Os se trata de "un interesante primer paso". Kristina Sundquist, de la Universidad de Lund, también dice que "los hallazgos son importantes", aunque no definitivos. Sundquist publicó en 2004 los resultados de un seguimiento a todos los suecos de entre 25 y 64 años tras su primer ingreso hospitalario por psicosis o depresión. "La incidencia aumenta con el grado de urbanización", escribe en The British Journal of Psichiatry; los habitantes de las áreas más densamente pobladas "tenían un riesgo entre un 68% y un 77% mayor de desarrollar psicosis, y entre un 12% y un 20% mayor de desarrollar depresión".

Ningún investigador defiende, no obstante, que sea malo vivir en las ciudades. En realidad es al contrario. Históricamente "la urbanización va asociada a un descenso en la mortalidad", y a que la mayor carga de enfermedad se deba a las dolencias crónicas de los mayores en vez de a las infantiles, escribía en Science en 2008 el epidemiólogo de la OMS Chistopher Dye. "Los habitantes de las ciudades, de media, disfrutan de mejores condiciones de salud que los de áreas rurales", dice Dye, y esto es así incluso considerando las grandes diferencias entre las ciudades de países ricos y pobres, y también dentro de la misma ciudad -las cifras son distintas en una ciudad de América Latina y una europea, pero también en los suburbios y el centro de Río de Janeiro, por ejemplo-.

Sin embargo, no siempre fue así. La mejor salud urbana es un triunfo ganado a pulso a base de mejoras higiénicas y sanitarias a mediados del siglo XIX, entre ellas la instalación de alcantarillado y el transporte de agua potable a los hogares. Y lo que temen Dye y otros expertos es que si el crecimiento urbano actual no se planifica, las futuras megaciudades podrían recordar al Londres o París de hace apenas siglo y medio.

"En la Europa del 1800 solo entre el 10% y el 15% de la población vivía en las ciudades, en parte por las atroces condiciones de vida", escribe Dye. "El cólera, la disentería, la viruela, la tuberculosis, el tifus y otras infecciones, agravadas por la desnutrición, hacían que las muertes, especialmente de los niños de menos de un año, superaran a los nacimientos".

Y la planificación del crecimiento urbano debería tener en cuenta también la salud mental, opina Sundquist: "Es importante que los expertos en urbanismo sepan más sobre los mecanismos específicos que actúan sobre la salud mental, y esto podemos proporcionarlo los investigadores". Ella coincide con Van Os en que hay que estudiar más el papel de factores como el soporte social y el grado de estrés cotidiano, y profundizar en las diferencias entre estilos de vida dentro de la propia ciudad. No es lo mismo, suponen, un entorno urbano con muchas zonas verdes que una zona industrial.

José Fariña Tojo, del departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Madrid, admite la relación entre vida urbana y salud mental, y coincide en la necesidad de identificar el mecanismo subyacente: "Para planificar adecuadamente deberíamos saber cosas en este campo que todavía desconocemos". Director de un curso sobre Planificación Urbana Saludable de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Menorca en septiembre, y colaborador de la Red Española de Ciudades Saludables, Tojo cree que "los planificadores urbanos se han dormido un poco en los laureles" y no están considerando los nuevos retos: "Por supuesto se tiene en cuenta la contaminación del aire o el ruido. Pero también hay temas nuevos, como el estrés, el hecho de que se vaya a una sociedad de mayores, la necesidad del ejercicio físico o la de estar en un entorno con un cierto grado de naturaleza".

Ana Dolado, del estudio Araujo-Dolado Arquitectos, reflexiona sobre lo que considera un exceso de estímulos en el espacio urbano actual: "La ciudad es un soporte que cambia a una velocidad difícil de procesar. La gente reconoce el entorno pero no se identifica con él. El ritmo es tal que a los habitantes no les da tiempo a establecer vínculos con su espacio".

Conviene no dejarse llevar por ese ritmo frenético, dice Enrique Baca, jefe del servicio de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz. Y recuerda que, incluso en el entorno social urbano actual, "cada vez más exigente con el individuo" y que "cambia más rápido que nunca" -por ejemplo, con nuevas formas de comunicación instantánea y horarios laborales distintos a los tradicionales-, "hay elementos culturales protectores de la salud mental". Resume uno de ellos: "En vez de pasarte cuatro horas en Facebook, queda con un amigo a tomar una caña".


* El País - MÓNICA GONZÁLEZ SALOMONE 14/08/2011
Foto: Shangai (China), viviendas - Reuters

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Obligan al Ayuntamiento de Torrox a demoler una vivienda en el campo

SUR/Málaga* : El Juzgado de lo Penal nº6 de Málaga ha obligado al Ayuntamiento de Torrox a la demolición de una vivienda construida en suelo no urbanizable, después de que su propietario, que la ejecutó de forma ilegal, no haya procedido su derribo, pese a que está obligado judicialmente a ello. El juzgado ha remitido al Consistorio una resolución, a la que ha tenido acceso Efe, para que proceda "de forma forzosa" a la demolición del inmueble, dado que el propietario, Antonio Urdiales, condenado por un delito contra la ordenación del territorio, no ha atendido el requerimiento voluntario de derribo.
Por su parte, Urdiales ha iniciado los trámites para solicitar un indulto y ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas. Modesto Jiménez, portavoz del afectado, ha informado a Efe de que las firmas se están recogiendo desde la pasada semana y Urdiales ya cuenta en su poder con más de cuatrocientas, "aunque habrá muchas más, porque tenemos hojas repartidas por todos los negocios y comercios de Torrox".

Jiménez ha señalado que el objetivo de los vecinos es respaldar a Urdiales en su petición de indulto, ya que consideran que la demolición de su vivienda, construida en el enclave de Manzano Alto, no va a solucionar el problema de las casas irregulares que existen en la comarca malagueña de la Axarquía.
"En todos los pueblos de la zona, el 90 por ciento las edificaciones existentes en el campo presenta las mismas circunstancias que la de nuestro vecino, y derribar una casa no va a acabar con el problema", ha añadido.
La sentencia condenatoria de Urdiales fue dictada en noviembre de 2009 por el Juzgado de lo Penal número 6, que consideró como hechos probados que el acusado ejecutó a partir de 2004 y al amparo de una licencia municipal de obras concedida para una caseta de aperos de labranza de 24 metros cuadrados, una vivienda unifamiliar aislada.
La casa cuenta con una planta y un porche, de unos 100 metros cuadrados, además de una piscina, un trastero y un muro en el perímetro de hormigón armado.


* SUR - 12.08.11 - EFE
Foto: Torrox (Málaga), vista - esp.andalucia.com

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Buenos Aires.- Arquitectos se oponen a la ampliación del Casco Histórico

NOTICIASURBANAS* : El pasado martes 9, en reunión de asesores de la Comisión de Planeamiento Urbano, se dio a conocer una carta enviada a la presidenta de la misma, Silvina Pedreira, y al resto del plenario legislativo, en la que los arquitectos Jorge Lestard (presidente del consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo-CPAU) y Enrique García Espil (Presidente de la Sociedad Central de Arquitectos-SCA ), manifiestan oposición a que la Legislatura sancione un proyecto para ampliar la protección patrimonial del Casco Histórico.
El proyecto de Ampliación del Casco Histórico tiene su antecedente en el año 2007, durante la gestión Telerman, que ya impulsaba una normativa especial para ampliar la protección del “APH 1” (Area de Protección Histórica 1); el actual proyecto, presentado por el diputado macrista Patricio Di Stefano en 2010, es apoyado por varias organizaciones vecinales y preserva las edificaciones valiosas del Casco Histórico, limitando asimismo las torres, que desvirtúan el perfil del barrio más antiguo de Buenos Aires. En estos momentos, la polémica “Torre Quartier” ya se eleva por sobre todas las construcciones de la zona, y se planea la construcción de más torres en el área.

"El proyecto en cuestión se desarrolla sobre una única variable urbanística, como es la consideración del patrimonio edilicio, condición ésta necesaria pero no suficiente para determinar lineamientos de planeamiento de un sector de la Ciudad. Es de fundamental importancia la comprensión de todas las variables que se deben considerar al momento de regular respecto de un área a tratar urbanísticamente así como el de acceder a la valoración de la calidad y del estado del entorno construido", expresan en el texto.

Y continúan: "... el CPAU consideraría más adecuado realizar una evalución del conjunto de normas que regulan el patrimonio y del Catálogo de edificios protegidos incluyendo el llamado 'catálogo preventivo' generando instrumentos de actuación y financiamiento novedosos que permitan la coomprensión y defensa de los valores de nuestra ciudad y la difusión de los beneficios económicos que éstos reportan..."

La carta completa puede leerse en: www.bastadedemoler.org


* Noticias Urbanas - María José Pérez Insúa - 11.08.11
Foto: Buenos Aires, vista - britannica.com

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