Cangas.- Del activismo fabril al urbanismo febril

FARODEVIGO* : En el último tercio del siglo XIX comenzaron a asentarse en Cangas industriales catalanes, cántabros o italianos que, junto a emprendedores locales, sembraron el litoral del municipio de fábricas que procesaban los frutos del mar. La asociación cultural A Cepa ha documentado 31 instalaciones de este tipo, de las que solo dos, ambas en Ojea, seguían en uso hasta el pasado día 18. El fuego destruyó la conservera de Lago Paganini y dañó la de Iglesias, que piensa volver al trabajo en enero. Las 29 fábricas restantes han desaparecido, están en ruinas o han reconvertido el uso.
El proyecto de Norman Foster, por encargo de Marina Atlántica, para construir una urbanización de lujo y un puerto deportivo anexo en los terrenos de Massó (paralizado por la presión social) es el caso más llamativo de reconversión de las antiguas fábricas de conserva o salazón que han ido cerrando a lo largo del último siglo.

El uso residencial, hotelero, comercial y deportivo se proponen como alternativa a aquella superfactoría de O Salgueirón que llegó a dar trabajo directo a más de 1.500 personas y a considerarse la más grande y moderna de Europa, sino del mundo. Sus dueños lo son también de la antigua fábrica de salazón y conservas de A Congorza, en Balea, así como de la que compraron los Massó a la viuda de J.Barreras en 1911. Un destino similar se proyecta para la antigua factoría de Ameixide, que la familia Baqueiro quiere convertir en balneario, conservando la estructura exterior, y hotel de lujo justo un siglo después de su apertura como fábrica de J.R. Curbera, en 1912.
Fueron éstas dos de las empresas de mayores dimensiones, pues la mayoría tenían carácter familiar y no más de medio centenar de trabajadores, mujeres en su gran mayoría. Entre las más antiguas, las investigaciones publicadas por A Cepa refieren la fábrica de Bogador, en Temperáns (O Hío), propiedad de Ángel González Vidal. Apenas se conservan restos de una salazón y del muelle de atraque. También salazón fue la dirigida por el empresario de origen italiano Pietro Montemerlo en O Forte hasta 1935, así como la de su cuñado, el genovés Guido Paganini Picaso (cónsul italiano en Vigo) en la calle Montero Ríos, y la de otro paisano suyo, Pucho Lago, ubicada junto a las actuales instalaciones náuticas de la Avenida de Bueu.
El conservero cangués Daniel Eiroa tuvo tres fábricas activas en Cangas (en la calle Fomento y en la Garita, e Rodeira) entre 1915 y 1935, mientras que Daniel Montes también ubicó su actividad en pleno centro urbano, donde ahora está el Banco Pastor. En la calle Fomento se asentó a principios del siglo XX la fábrica de Ángel Botello, natural de Ayamonte, en Huelva, y de la que se hizo cargo su esposa tras fallecer, en 1918. La actividad del vigués Francisco Gómez solo está documentada entre 1920 y 1924, y en esa época también tenían actividad las fábricas de Abalo Pombo, en Montero Ríos; Arbones, en el muelle de Rodeira, o el santanderino Juan Azpeitia, en O Forte.
El uso hostelero tomó el relevo al industrial en varios casos. Ejemplo de ello es la antigua salazón (también fábrica de Abalo durante una temporada) de la calle Lirio, hoy sala de conciertos SalaSon, mientras que el bar La Habana, en Rodeira, tuvo en su día un uso fabril promovido por José María Legarda junto a la casa de Félix Ozámiz. También fue salazón la casa rural de Aldán, cuyos propietarios tienen planes para reconvertir la de Vilanova para usos deportivos. Por contra, la antigua fábrica del montañés Francisco Cervera (compañero habitual de pesca del dictador Francisco Franco), situada entre la gasolinera del casco urbano y Frigoríficos del Morrazo, mantiene vínculos con el mar, reconvertida en cetárea, aunque los problemas legales del concesionario pueden hacer variar la situación.
La relación de conserveras, salazones o secaderos de pescado o pulpo suma otros nombres, como los de Chamadoira, Indalecio García, Figueroa, Molanes, O Bobo... Pero sólo Iglesias y Lago Paganini se disponen a resurgir de sus cenizas.


* Faro de Vigo - G. M. PORTELA - 31.12.11
Foto: Los yates toman protagonismo frente a la antigua factoría de Ameixide, que se quiere reorientar al turismo de lujo. // Gonzalo Núñez

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