Una expropiación irregular ordenada por Gallardón condena a Madrid a pagar 44 millones

20MINUTOS* : La gestión de Alberto Ruiz-Gallardón vuelve a hacerle un agujero al bolsillo de los madrileños. Esta vez, la razón que provocará un desembolso es la expropiación irregular de un terreno que el que fuese presidente regional ordenó en 1999 en San Lorenzo de El Escorial, donde el Ejecutivo construyó un teatro-auditorio cuyo precio se disparó y que hoy está infrautilizado.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid aprobó, durante su reunión semanal, la disposición extraordinaria de 44 millones de euros para abonar a los propietarios de la finca Torrealta el justiprecio legal que debieron haber percibido en su día. En lugar de los 1,9 millones de euros que el Ejecutivo de Gallardón les ofreció, tenían que haber ingresado 30, según dictaminó el Tribunal Supremo a finales de 2011. Los otros 14 millones restantes hasta los 44 del importe final son los intereses acumulados desde la fecha de la expropiación.

Quería un "Salzburgo madrileño"

La expropiación de Torrealta, situada junto al monasterio de El Escorial, data de noviembre de 1999. El día 5, la Comisión de Urbanismo de Madrid aprobó que la Administración Pública se hacía con este espacio a fin de levantar uno de los sueños de Gallardón: un gran auditorio lírico en medio al pie de la sierra que convirtiese la localidad en el "Salzburgo madrileño". El presidente regional barajó incluso en ponerle su nombre, aunque fue convencido de lo contrario por su equipo.

Gallardón, amante declarado de la música clásica (es sobrino bisnieto del compositor y pianista español Isaac Albéniz), no reparó en gastos, salvo en el terreno, por el que solo pagó 1,9 millones.

De los 29,6 millones presupuestados inicialmente se pasó a 40 millones. Solo en equipamiento hubo que invertir otros 30 millones. En total, el coste superó los 70 millones de euros. Al final, cada una de sus 1.500 butacas le había salido a los madrileños por más de 46.666 euros.

Inauguración estelar... y batacazo

Distintos problemas técnicos, especialmente los relacionados con el terreno, demasiado duro para construir los cimientos, hicieron que se inaugurase con cuatro años de retraso.

El Teatro Auditorio celebró su primer concierto el 3 de julio de 2006, ya con Esperanza Aguirre como presidenta, que también heredó de Gallardón el 'marrón' de acabar, de nuevo por encima de su precio, los Teatros del Canal. Los reyes de España fueron los invitados estelares. El napolitano Ricardo Muti dirigió a la Orchestra e Coro del Maggio Musicale Florentino, que interpretó el himno nacional y varias piezas de Giuseppe Verdi.

La pompa y boato de su apertura no sirvieron de mucho. Tras el verano, la programación quedó desierta y la instalación, cuyos exteriores eran de un reconocible granito gallego de color blanco, cerró. No fue hasta principios de 2007, tras casi cuatro meses de inactividad, cuando la Comunidad de Madrid adjudicó su gestión a una unión temporal de empresas (UTE) en la que participaban los productores Enrique Cornejo y José Luis Moreno y los empresarios Arturo Fernández y Gerardo Díaz Ferrán.

La concesión, ruinosa para los empresarios, concluyó a los dos años. Desde entonces, la gestión se adjudica en un pack junto a los Teatros del Canal. Hoy, según la Consejería de Cultura, corre a cargo de Clece, la empresa de servicios de ACS, que presidente Florentino Pérez.

Sin apenas uso

El auditorio, pese a su coste, ha permanecido infrautilizado desde su apertura, según reconocen fuentes del ejecutivo regional, y nunca ha alcanzado el estatus que soñó Gallardón.

Con la cesión de su gestión a empresas privadas el Gobierno de Esperanza Aguirre quiso reducir gastos y quitarse al menos un aparte del peso de encima. Ahora, un tercer presidente regional, Ignacio González, tiene que cargar en su presupuesto con las consecuencias de su construcción.

Con unas cuentas ya ajustadas de por sí, la Comunidad tendrá que hacer malabares para recuperar los 44 millones que la sentencia del Supremo le han obligado a desembolsar.


* 20 Minutos - ÁNGEL CALLEJA 21.02.2013
Foto: Interior del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial.- 20minutos

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Liquidación del Aeropuerto de Ciudad Real: Una estafa colosal que entre todos vamos a pagar

MICIUDADREAL* : El Aeropuerto de Ciudad Real se ha liquidado y nadie sabe cómo ha pasado. El dinero se ha ido y nadie sabe cómo ha sido. La posible apertura del proceso de liquidación de la sociedad podría culminar la lánguida agonía de la mayor aberración especulativa de la historia regional. Y los políticos aún siguen preguntándose unos a otros qué ha pasado, reprochándose mutuamente este gran fracaso colectivo de la sociedad manchega.
Ni siquiera la definitiva ruina del aeropuerto, cuyo valor se repartirá ahora entre los actuales administradores, y las migajas (si procediera, y sin garantías) entre el resto de acreedores, sirve para que los poderes públicos actúen en consecuencia, investiguen el origen del mal y depuren responsabilidades. Porque al parecer los únicos que han depurado hasta la fecha sus responsabilidades son los contribuyentes y los propios trabajadores, paganinis de un proyecto enloquecido, aplaudido antaño por todos y ahora por todos abandonado.

Triste publicidad dará el Aeropuerto de Ciudad Real a la película que Pedro Almodóvar rodó en sus instalaciones, “Los amantes pasajeros”. Se trata de una comedia “tronchante”, según el director. Tan tronchante como el cúmulo de despropósitos de un proyecto innecesario en las dimensiones de su concepción, y mal planteado y dirigido desde el principio.

La crónica del Aeropuerto de Ciudad Real relata una fabulosa sucesión de irregularidades, ilegalidades, contradicciones, errores y exageraciones. 500 millones de euros de inversión. Avales públicos por 140 millones. Deudas por valor de otros 500 millones, si sumamos la corrección del justiprecio de terrenos avalada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. Irregularidades medioambientales. La participación directa de CCM Corporación. El trato de favor de la Caja en la concesión de créditos avalados por las acciones del proyecto. La incompetencia de gestión. El enchufismo en las contrataciones. Los millonarios salarios de los directivos. El enorme incremento del coste inicial del Centro de Visitantes. Los desastrosos proyectos de obra. Las facturas por trabajos no terminados. La manipulación de los medios de comunicación propiedad de los dueños del aeropuerto. El despilfarro de los autobuses fantasma…

Y el rosario de horrores prosigue: la participación de instituciones de todo signo político. Las millonarias financiaciones públicas a las compañías aéreas. El concurso de acreedores presentado por una empresa contratista controlada precisamente por Domingo Díaz de Mera, uno de los principales accionistas del Aeropuerto. El beneficio “obra por obra”. La recalificación de los terrenos sancionada tras la aprobación de la LOTAU por parte del Gobierno de Barreda. CR Aeropuertos pagando sendos 2,2 millones de euros a Juan Antonio León Triviño y José Pedro Cano Martínez, quienes fueran respectivamente presidente y secretario de la Cámara de Comercio de Ciudad Real, para que presumiblemente fueran reinvertidos con el objeto de mantener su “status quo” de poder en la sociedad. Un Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha que falla a favor de los propietarios de los terrenos expropiados. Los trabajadores afectados por el ERE sumidos en la incertidumbre…

Ahora, y si el proceso de liquidación sale adelante, los tres administradores concursales cobrarán, cada uno, en torno a los dos millones de euros, y el valor de la sociedad podría repartirse entre los miembros del Consejo de Administración de CR Aeropuertos, en el que forma parte el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB)… Pero también las empresas de Domingo Díaz de Mera, Juan Antonio León-Triviño y los hermanos Antonio e Ignacio Barco, precisamente los artífices y primeros beneficiarios del proyecto.

Definitivamente, el Aeropuerto de Ciudad Real se ha revelado como una estafa colosal… que entre todos vamos a pagar.


* MiCiudadReal - Editorial - 21.2.13
Foto: Ciudad Real, aeropuerto fantasma - EFE



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