¿Del parque de Estambul al bulevar de Gamonal?

La corrupción urbanística de los últimos años ha destrozado numerosas ciudades en todo el país. Pero también ha ocurrido en otros países, aunque quizás no con la impunidad que aquí. Los ciudadanos normalmente son ajenos a las cuestiones técnicas del urbanismo, pero cuando les tocan lo suyo (el bolsillo) saltan como resortes. Es más hay muchos casos, como Marbella por ejemplo, en que los propios vecinos han sido partícipes de la propia corrupción político-financiera. Aquí ahora se presenta una curiosa comparativa con el precedente de Estambul donde el estallido inicial fue urbanístico, pero por detrás había otras cuestiones sociales muy graves, como en Burgos.
"JUAN LUIS SÁNCHEZ* : Qué potente es la idea de que lo que sucede en el barrio burgalés de Gamonal, donde cientos de vecinos impiden que avancen las obras del bulevar proyectado por el Ayuntamiento, tiene sus lazos con la resistencia del parque Gezi de Estambul, donde también un proyecto urbanístico fue el detonante de la acampada más grande de todas las que han visto las revueltas interconectadas desde 2010. Pero, ¿de verdad es comparable?

Por un lado, sí:
Es por una obra…
Esta era la idea para el Parque Gezi, junto a la plaza Taksim de Estambul: un centro comercial que sustituyera árboles y paseos.

La idea para Gamonal es un parking subterráneo donde las plazas se venderían a los vecinos por un dineral para evitar los aparcamientos autorregulados, que muchas veces creaban una doble fila crónica.

… pero en realidad, no es por una obra

Muchos de los manifestantes que conocí en el Parque Gezi de Estambul no habían estado en aquel parque nunca. Los primeros manifestantes se ataron a los árboles, sí, pero el parque no se defendió como bien ecológico sino como símbolo de mucho más: del hastío ciudadano a la injerencia en sus vidas de los poderes, contra la lógica comercial de un gobierno, el de Tayyip Edorgan, cada vez más intervencionista para saciar la agenda social conservadora islamista y cada vez más liberal para seguir creciendo en los ambientes del neoliberalismo económico y engordar la figura de la Turquía del crecimiento. En realidad, todo estalló porque la policía cargó salvajemente contra un grupo inofensivo de ecologistas y aquello fue la prueba definitiva de la soberbia del gobierno.

Tampoco hay nadie en Burgos que se manifieste solo para que le dejen aparcar como toda la vida. La obra en Gamonal es solo el detonante que también retrata ese ambiente de: mira, suficiente tenemos con todo lo que está pasando, con el fraude democrático en el que vivimos, con la estafa que está siendo la crisis como para que encima me toques también mi calle, como si no hubiera otras cosas que hacer.

Tanto Gezi como la calle Vitoria de Burgos son entornos públicos, mantenidos por el estado, pero sobre los que los vecinos reclaman una titularidad común para mantener una reglas no escritas de uso.

Distorsión mediática esquivada en redes

El silencio mediático de los grandes grupos a lo que empezaba a pasar en la plaza Taksim y Gezi se ha convertido ya en icono de la protesta: a la hora en que empezaban los primeros disturbios, transmitidos en directo por algunas cadenas internacionales, la televisión turca emitía un documental sobre pingüinos. La manipulación posterior de las semanas de acampada fue apabullante.

En el mundo tal y como lo conocíamos, ese ahogo informativo habría servido para disminuir la presión sobre Gezi. Pero en este en el que ya vivimos, el intento de censura lo que provoca es un efecto rebote en redes sociales, y la generación hiperconectada de clase media turca convirtió Internet en su mejor aliado contra las agendas mediáticas oficiales, en poder de grupos con enlaces económicos y políticos muy claros con el Gobierno de Erdogan.

En Burgos, el promotor del proyecto de Gamonal es el dueño del Diario de Burgos, que este lunes se descuelga con un artículo de opinión sin firmar y escrito por alguien que hace mucho tiempo que no escribe para que le lean. Vamos, que no es algo que escribiría el editorialista del periódico. Se titula ‘Las diez grandes mentiras’ sobre Gamonal y no tiene desperdicio.

El otro periódico de Burgos, El Correo, también pertenece a otro constructor.

Como en Gezi, los vecinos de Gamonal han tenido que llamar la atención de los medios “de Madrid” a través de las redes sociales. Solo a través de las redes sociales llegaba uno a contenidos donde los protagonistas no fueran todos, absolutamente todos, encapuchados de negro y con cara de cabreo previolento. “Grupos violentos radicales de ultraizquierda”, se podía leer en varios medios como en los turcos hablaban de çapulcus, es decir, vándalos y perroflautas. Porque como todo el mundo sabe, la ultraizquierda radical es muy de defender la doble fila.

Pero por otro lado, no:
Sí, pero no.

El centro de la elite blanca, laica y joven del cruce entre los países árabes, Europa y Asia no es un barrio de trabajadores de Burgos. Analistas como Olga Rodríguez identificaron la pobreza en el sustrato de las protestas de Estambul, entre otros factores. Pero también es verdad que sobre el terreno mi percepción era que se trataba de una elite, laica y de izquierdas, la que tiraba del carro en una lucha desesperada contra el ascenso de otra nueva élite, tradicionalista y a la vez muy entregada al capitalismo global.

La Plaza Taksim de Estambul es un mito político en Turquía. Es un lugar clásico y frecuentado por las movilizaciones sociales y casi un lugar de peregrinación para las manifestaciones de la izquierda laica. Los alrededores de Gezi-Taksim son los de un barrio comercial, moderno, burgués, lo más ‘occidental’ dentro de Estambul, con edificios altos de hoteles lujosos mezclados con interminables aceras de restaurante de comida para llevar con cuatro mesas y con cada vez más starbucks por metro cuadrado. Gamonal es un barrio de trabajadores, que una vez estuvo tan a las afueras de Burgos que en realidad era un municipio parte, luego anexionado.

La movilización de Estambul, no, no era vecinal. Taksim y Gezi eran más bien el concentrador de todos los grandes problemas políticos, económicos, religiosos y territoriales de Turquía. Los alevíes, kurdos, feministas o musulmanes comunistas llegaron a aquella plaza para yuxtaponerse (no dialogaron mucho entre ellos, no había una estrategia común) y hacer el ruido que todos escuchamos, usando las redes y las tecnologías aportadas por una juventud apartidista que prestó ese servicio a todos los descontentos con Erdogan como fórmula para mantenerlos a todos con ellos.

Lo de Gamonal, por ahora, tiene mucho más de lucha vecinal en un terreno que sí, es un símbolo como decíamos antes, pero también muy real, muy cotidiano, mucho más que Gezi para los jóvenes turcos: los aparcamientos del barrio. Es una reivindicación que conecta con muchos ejemplos de la tradición política de la España del crecimiento y el pelotazo, más que con una cumbre global de desencantos.

La comparación entre lo que pasó en Estambul y lo que sucede en Gamonal es seductora e inevitable, pero también metida un poco con calzador. Cualquier ebullición política va acompañada de nuevas palabras, nuevos puntos de vista, nuevas subjetividades, nuevos conceptos, nuevas realidades que antes eran ajenas y que ahora conectan casi automáticamente. Eso hemos aprendido. Pero las cosas no se pueden explicar antes de que ocurran o lo que se crean no son nuevas lógicas sino nuevas doctrinas.


* El Diario blog - juanlusanchez.com - 13.1.14
Foto: Burgos, proyecto bulevar Gamonal - eldiario



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Gamonal y el fantasma de Méndez Pozo

Como ya se ha indicado antes en este blog, el caso de rebelión ciudadana por corrupción urbanística en el barrio de Gamonal de Burgos ni es el primero ni probablemente será el último. Pero sí destaca aquí la intensidad que ha adquirido en una ciudad que otras veces ha agachado la cabeza ante el caciquismo 'popular' local. El hartazgo vecinal ha llegado hasta rebosar el vaso y ahora clama contra la prepotencia de un alcalde insensible, salvo para sus intereses privados, y una mafia financiera-empresarial que actúa a sus anchas por toda la ciudad. Destaca el empresario, constructor y mediático, Méndez Pozo, que ya en su día fue condenado por corrupción y que siempre está en la sombra sobre todo lo que ocurre en Burgos (y otras ciudades).
"ELCONFIDENCIAL* : Burgos ya no es sólo morcilla y frío. Desde el pasado viernes, los vecinos de Gamonal han acaparado la atención mediática para reivindicar su rechazo a un bulevar. Por el camino, manifestaciones diarias, bloqueo de obras y destrozos de mobiliario han servido para garantizar el interés nacional de un conflicto local. “No creo que sea símbolo de nada”, explica la geógrafa Begoña Bernal, profesora de Patrimonio Urbano y Patrimonio Natural de la Universidad de Burgos y experta como autora de trabajos como “De Gamonal a Burgos. Un capítulo en el desarrollo urbano de la ciudad de Burgos”.

“Gamonal es un barrio muy popular, de clase trabajadora, muy concienciado, afectado por el paro y por tanto con pocos recursos ahora para comprar las plazas de garaje (19.000 euros) que propone el Ayuntamiento”. Sin entrar en cuestiones técnicas, como la dificultad de construcción subterránea por el agua (Gamonal se levanta sobre el desaparecido Río Pico y entre el Arlanzón y el Río Vena), la profesora Bernal explica lo ocurrido en Gamonal como la reacción natural a “una actuación municipal innecesaria, que pretende transformar la mejor y principal calle, el eje vertebrador de toda la ciudad”.
Por si fuera poco, en este conflicto aparece en escena uno de los monstruos favoritos de Burgos, el promotor inmobiliario (Río Vena) y empresario de medios (Promecal) Antonio Miguel Méndez Pozo. El millonario dueño del Diario de Burgos y también presidente de la Cámara de Comercio, uno de los poderes fácticos regionales, aparece entre medias una vez más, como viene ocurriendo a lo largo de los últimos 40 años, desde que comenzó a despuntar como empresario del ladrillo junto a prebostes burgaleses de finales del Régimen, como relata José María Chomón en el libro “El Jefe”.

Esta vez ha bastado con que la firma de ingeniería, arquitectura y urbanismo MBG, gestionada por un hijo de Méndez Pozo, fuera responsable del diseño del proyecto (por el que ha cobrado 240.000 euros) para que su nombre y su pasado carcelario (condenado a tres años de prisión por el Caso Construcción de Burgos) salga de nuevo a la palestra, a pesar de que la obra -presupuestada en 8 millones de euros- corre a cuenta de las constructoras burgalesas Arranz Acinas y Copsa. “Es fácil enganchar a Michel por su pasado”, lamenta una persona de confianza de su equipo directivo.
El clima de tensión ha convertido la sede del Diario de Burgos en cita obligada de las movilizaciones. “No se puede ser tan parcial en una ciudad tan pequeña”, subraya un indignado de Gamonal, agraviado por la línea editorial del periódico sobre este tema. “Este caso demuestra que el poder real está concentrado en muy pocas manos. Hay que evitar que sean siempre los mismos actores los que toman las decisiones que nos afectan a todos”. Y en Burgos, con una población de 180.000 habitantes, el barrio rebelde representa un 35% de la población y vota PP como primera fuerza política desde 2011.

Promesa electoral

El bulevar de la discordia pretende remodelar, a su paso por Gamonal, un tramo de la infinita Calle Vitoria (levantada sobre la antigua nacional Madrid-Irún), el eje que atraviesa toda la ciudad y une el centro con su satélite. Como si de la reforma del aborto se tratara, el alcalde de Burgos, el popular Javier Lacalle (1969), pretende llevar a cabo su promesa electoral al pie de la letra, independientemente del número de voces críticas existente. Para la profesora Bernal, “esto es resultado del hartazgo generalizado. La gente está harta de tanta prepotencia y cansada de hacer las cosas por las buenas”.

Israel Hernando es uno de los vecinos que ha salido a la calle estos días. Forma parte de Bulevar Ahora No, movimiento vecinal que recogió el testigo de otra plataforma anterior que se disolvió días antes de que se iniciaran las movilizaciones. “¿Te imaginas que en Madrid cortan la Gran Vía para hacerla peatonal, sin consensuar con nadie? Gamonal necesita otras cosas antes, como ayudar a su gente”. Y a continuación cita de memoria la lista de recortes sociales (sanidad, guarderías, alumbrado, seguridad vial…) que ha sufrido el barrio durante el periodo de crisis para demostrar que sobran los motivos.

“La lucha de Gamonal es una lucha social. La ciudadanía rechaza la forma en que se gestiona el dinero público”. Es la opinión de Mónica Ibáñez, profesora de Sociología en la Facultad de Derecho de la Universidad de Burgos. “Hay un claro desencanto popular. Un barrio obrero, azotado por el paro, ve todo esto como un insulto y reacciona. No hace falta que haya algo orquestado. Las cosas pueden formarse por inercia, pero es cierto que nunca nos vale con la realidad y necesitamos trascender. El bulevar es la representación de algo que se considera innecesario, pero la cuestión no es el bulevar en sí mismo”.

Promesa electoral

El bulevar de la discordia pretende remodelar, a su paso por Gamonal, un tramo de la infinita Calle Vitoria (levantada sobre la antigua nacional Madrid-Irún), el eje que atraviesa toda la ciudad y une el centro con su satélite. Como si de la reforma del aborto se tratara, el alcalde de Burgos, el popular Javier Lacalle (1969), pretende llevar a cabo su promesa electoral al pie de la letra, independientemente del número de voces críticas existente. Para la profesora Bernal, “esto es resultado del hartazgo generalizado. La gente está harta de tanta prepotencia y cansada de hacer las cosas por las buenas”.

Israel Hernando es uno de los vecinos que ha salido a la calle estos días. Forma parte de Bulevar Ahora No, movimiento vecinal que recogió el testigo de otra plataforma anterior que se disolvió días antes de que se iniciaran las movilizaciones. “¿Te imaginas que en Madrid cortan la Gran Vía para hacerla peatonal, sin consensuar con nadie? Gamonal necesita otras cosas antes, como ayudar a su gente”. Y a continuación cita de memoria la lista de recortes sociales (sanidad, guarderías, alumbrado, seguridad vial…) que ha sufrido el barrio durante el periodo de crisis para demostrar que sobran los motivos.

“La lucha de Gamonal es una lucha social. La ciudadanía rechaza la forma en que se gestiona el dinero público”. Es la opinión de Mónica Ibáñez, profesora de Sociología en la Facultad de Derecho de la Universidad de Burgos. “Hay un claro desencanto popular. Un barrio obrero, azotado por el paro, ve todo esto como un insulto y reacciona. No hace falta que haya algo orquestado. Las cosas pueden formarse por inercia, pero es cierto que nunca nos vale con la realidad y necesitamos trascender. El bulevar es la representación de algo que se considera innecesario, pero la cuestión no es el bulevar en sí mismo”.

El pasado de Gamonal puede ayudar a entender el presente incendiario. No hace mucho, en el año 2005, el entonces alcalde popular, el exministro Juan Carlos Aparicio, renunció a los planes municipales de construir un parking en el barrio ante la oposición violenta de los vecinos. Ahora como entonces los problemas de circulación y aparcamiento son característicos, hasta el punto de que en algunas perpendiculares a la Calle Vitoria los coches en doble fila se aparcan sin freno de mano echado para poder ser desplazados. Pese a todo, el Ayuntamiento vuelve a disponer y los vecinos, a rechazar.
Esta particular idiosincrasia de Gamonal tiene raíces históricas. Hasta 1955 fue un municipio independiente. Ese año, Burgos incorporó bajo su perímetro a la remota aldea fechada en 935, cuando sólo era un asentamiento de campesinos ubicado en el radio de influencia del Castillo de Burgos, según explica Luis Castro, profesor del IES Félix Rodríguez de la Fuente en el trabajo “Apuntes para la historia de Gamonal de Río Pico”. El desarrollo de aquel enclave, cruce de caminos jacobeos y entorno propicio para la planta del gamón, corrió en paralelo al de Burgos hasta la mitad del SXIX.


* El Confidencial - Carlos Hernanz - 14.1.14
Foto: Burgos, asamblea vecinos Gamonal - elconfidencial



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