El mayor delirio urbanístico del mundo está en China

Es algo que era fácil de prever: que en la explosiva China se estén cometiendo ahora las mayores atrocidades urbanísticas, sobre todo vistas las burbujas inmobiliarias en otros países, como Japón, Irlanda o España. El inmenso país asiático está empeñado en seguir los despilfarros urbanos y de infraestucturas que han castigado duramente la economía de otros países del planeta. Así hay ciudades y grandes barrios prácticamente vacíos, con una construcción de baja calidad destinada a la estafa-crisis de ciudadanos que necesitan imperiosamente una vivienda, pero lógicamente a otros precios y calidades de edificación. Los ejemplos aberrantes en China son numerosos, avalados además por una economía dirigista desde el poder y la consiguiente falta de elección libre. El día que explote la burbuja inmobiliaria China va a ser sonado tanto en el interior como en el exterior del país.
"PLAYGROUND* : Con el enorme parque de edificios vacíos que tenemos en nuestro país, ¿cómo puede ser que haya tanta gente sin vivienda? Esta es una pregunta que no deja de formularse en la España postburbuja. La cuestión es que en los años del boom inmobiliario se contruyó muchísimo más de lo que necesitábamos, y de manera muy poco sostenible. Nuestra economía estaba muy arriba, pero condenada a la implosión. Hoy España cae y China es el gigante, pero la historia a mayor o menor escala, es la misma: la explosión económica de China se sostiene sobre una serie de éxitos políticos y comerciales, pero también sobre una salvaje apuesta por la construcción de infraestructuras y la urbanización que ha dado ya lugar a una brutal deuda bancaria, y engendros como la ciudad de Ordos, probablemente la ciudad fantasma más grande la Tierra.

Situada en la Mongolia Interior, una región del norte de China que ha conocido un importante desarrollo económico en la última década, Ordos se despliega como ejemplo contemporáneo de urbanismo delirante; una muestra viviente de cómo la planificación urbanística basada en la especulación y el movimiento de capital son incapaces de dar forma a una ciudad funcional.

Ordos es una metáfora o un espejismo, salida del sueño megalómano de un grupo de inversores (que después de apostar por convertirla en la nueva joya urbana del país, acabaron dejándola a su suerte) que se hizo realidad mediante una finta gargantuesca al sentido común.

Planificada para acoger a un millón de habitantes, su población actual no llega a los 20.000. Y sin embargo no le falta de nada. Los edificios que no están abandonados (que son la inmensa mayoría) permanecen abiertos al público, esperando con los brazos abiertos un supuesto aluvión de gente que difícilmente llegará. Desde un lujoso aeropuerto decorado con símbolos del glorioso pasado mongol, hasta hoteles de cinco estrellas, burdeles, museos, mezquitas, estadios... Ordos posee todas las instalaciones que una ciudad moderna podría desear. ¿Pero qué es una ciudad sin la gente que la habita? ¿Quién va a querer visitar la que se declara a sí misma como "la espectacular ciudad turística China" si los empleados de mantenimiento sobrepasan en número a los habitantes? Sólo la ciega fe de sus pobladores en que la gente llegará tarde o temprano les hace permanecer viviendo en un mal sueño creado por otros.

El urbanista danés Jan Gehl afirmaba décadas atrás que a la hora de planificar un espacio urbano, primero estaban las personas y sus relaciones, y luego los lugares que las acogían: hacerlo al revés nunca funcionaba.

Y si uno observa la historia de los asentamientos urbanos, se da cuenta de que su naturaleza es fluida y compleja, y está basada en la actividad humana antes que en las grandes planificaciones institucionales. Pensemos si no en las desiertas y gigantescas ciudades soviéticas, en las delirantes capitales generadas por los millones del petróleo en la península arábiga, o en experimentos sociales a gran escala (y fallidos) como Brasilia. Uno no puede crear una ciudad a golpe de escuadra, cartabón y dinero muerto. Con eso en mente, la existencia de Ordos podría al fin y al cabo tener alguna utilidad: servirnos de recordatorio de la dirección que NO queremos tomar.


*Playground - Natxo Medina - 17.3.14
Foto: ciudad vacía de Ordos en China - playground

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