La impresentable planificación urbanística de La Marina Baixa con la población en descenso

La provincia entera de Alicante no hay por donde cogerla urbanísticamente, los excesos salvajes y los pelotazos de libro han alcanzado tanto a la Marina como a la Vega o a la propia capital. Estos desastre planificadores se están viendo ahora, en plena crisis, donde abundan edificios vacíos, negocios ruinosos, obras y planes sin acabar, etc. Mientras tanto, hay pocos responsables públicos o privados que hayan pagado por semejante derroche territorial, o sea de todos. Pero lejos de reconocer los errores, hoy en día se siguen realizando Planes de Ordenación en importantes municipios, como Altea, L’Alfàs del Pi y La Nucia, sin tener en cuenta una planificación territorial del conjunto. Otro disparate más.
"MARINAPLAZA* : La discusión de qué fue primero, si el huevo y la gallina, puede llevar a cualquier pregunta de semejante jaez. Por ejemplo, para el caso del desarrollo urbanístico, ¿qué debe llegar antes, la demanda de suelo y vivienda o su oferta a borbotones? Las consideraciones que se hagan tienen un evidente cariz económico, pero atesoran una carga mucho mayor de rentabilidad social porque la ordenación del territorio afecta directamente al entorno de todos los ciudadanos, es decir, a su día a día.

Sin embargo, con la población de La Marina Baixa en descenso, con miles de viviendas vacías esparcidas por su territorio y con centenares de miles de metros de suelo urbanizado y planes parciales completos donde todavía no se ha puesto un ladrillo, seis municipios de la comarca están revisando su Plan General sin una mínima planificación territorial de conjunto, lo que todavía es más grave si se tiene en cuanta que tres de estas localidades son vecinas: Altea, L’Alfàs del Pi y La Nucia. Y a mayor abundamiento, las dos primeras comparten equipo redactor de su nuevo PGOU. Las otras tres, Finestrat, Relleu y Orxeta ni siquiera suman 10.000 habitantes entre todas, sus cascos urbanos están en el interior, pero siguen pensando que ver el mar a 10 kilómetros de distancia o la lámina de agua de un pantano casi seco desde un adosado puede arrastar a miles de personas a estas localidades, aunque nadie sabe muy bien con qué objetivo.

La población de la comarca ha pasado de los 193.165 habitantes de 2010 a los 198.040 con que cerró 2013. Es decir, en cuatro años ya solo había crecido un 2,5% frente al 45% de incremento de la década anterior entre 2000 y 2009. En este último porcentaje -y en el pensamiento definitivamente instalado entre la ciudadanía de que el crecimiento es necesario- radica uno de los ejes en los que se ha basado el expansionismo urbanístico que ha provocado heridas paisajísticas tan profundas que serán difícilmente sanables. Es más, la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana (ETCV) que la Generalitat presentó en 2009 para el periodo 2010-2030 marca un crecimiento poblacional para la Marina Baixa del 1,6% anual acumulado, que ya no se cumplía.

A mayor abundamiento, la realidad ha sido justo la contraria y con el año finalizado, la comarca habrá perdido a lo largo de 2014 ni más ni menos que 7.612 habitantes, lo que supone más de un 4% de su población con respecto al año 2013, según los datos que recoge el Instituto Nacional de Estadística. En otras palabras, la población de La Marina Baixa ha descendido a niveles de 2008 y las previsiones de la ETCV han saltado por los aires.

Es evidente que la autonomía municipal ha derivado en una especie de autismo político que ha llevado a muchos políticos locales a vestir unas orejeras que no les han dejado tener la necesaria visión periférica. Las competencias urbanísticas son locales y eso, que ya de por si es cuestionable, ha provocado daños colaterales ahora muy de moda: la famosa corrupción. Bastaría con repasar los nombres, los conocimientos y la capacidad de algunos concejales de Urbanismo que, ya sea arropados por su alcalde o directamente por su partido, emprendieron una enloquecida carrera por tener al menos su propio campo de golf y su macrourbanización para ricos. El último y mas flagrante caso ha sido Callosa d’En Sarrià con el PAI Anibits Margequivir. Allí, el PP, el PSPV y hasta Compromís sucumbieron a los influjos de un PAI imposible, anulado por segunda vez por el TSJ valenciano.

El objetivo del alcalde de La Nucia, Bernabé Cano, del PP, prácticamente desde que accedió al cargo en 2001, ha sido el desarrollo urbanístico residencial de su municipio, sin más criterio que ocupar suelo por intereses particulares y la megalomanía que ha afectado especialmente a este regidor. La aprobación de los sectores de La Serreta, Pie de Monte y Algar, que suman casi siete millones de metros cuadrados, prevén la construcción de 11.461 viviendas. Como no los ha podido sacar adelante mediante la reclasificación del suelo y los tres están empantanados tras estallar la burbuja inmobiliaria, lo que por otro lado le puede ocasionar un roto económico relevante a las arcas locales, Cano ha optado por la revisión del Plan General, pero incluyendo el mismo suelo de estos sectores.

La memoria justificativa de la propuesta de revisión del PGOU de La Nucia aboga por el modelo extensivo de crecimiento. Entre 2001 y 2009 el municipio multiplicó por tres su población (pasó de 6.587 a 17.874 habitantes), una operación que con el nuevo PGOU en tramitación podría volver a repetirse. ¿Es necesario? ¿Hay demanda? No, evidentemente. Ese crecimiento de La Nucia, además, se prevé de espaldas a dos municipios limítrofes: Altea y L’Alfàs. Ambas localidades han contratado a la misma redactora para la revisión de su plan general: Rosario Berjón Ayuso, quien en su día ejerció de secretaria de la Comisión Territorial de Urbanismo de Alicante.

En realidad, Cano, más allá de la simpatía con la plana mayor de la trama Gürtel, se ha guiado hasta ahora por su interés en aparecer como el gestor ideal, cuando lo que hizo fue utilizar la fórmula de la permuta a cambio de suelo público en los tres futuros PAIs para construir el retén de la Policía Local, los ocho centros sociales de las urbanizaciones, la renovación de la Seu Universitària, la guardería municipal, los auditorios de La Mediterrània y Les Nits y sus infraestructuras anexas, una biblioteca, las fuentes de las rotondas de la CV-70 o mobiliario urbano en general. Convirtió en norma lo que legalmente es una excepción con la aquiescencia del Consell, hasta el punto de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana anuló varias permutas porque no se justificaba su urgencia. Solo en una de ellas, Cano cedió la titularidad de nueve fincas que sumaban más de 350.000 metros de suelo que debía acabar siendo urbanizable, la mayoría en La Serreta, a cambio de obras por un valor de casi 17 millones de euros. Nada que no hubiera podido hacer cualquier otro político, aunque para ello haya que atesorar una capacidad temeraria poco común para eludir la prudencia que debería salvaguardar estas actuaciones.

El L’Alfàs del Pi inició el proceso de revisión del Plan General -en vigor desde 1987- en 2003 con el voto unánime de todos los grupos municipales. A finales de octubre de 2006, el equipo redactor presentó el Concierto Previo del nuevo Plan General para su estudio y sometimiento a información pública. Sin embargo, el 29 de diciembre de 2006, el pleno acordó suspender los trabajos de revisión del Plan General hasta celebradas las elecciones municipales de mayo de 2007. En 2008 se redactó la primera versión preliminar y se remitió a Conselleria.

El motivo de aquella suspensión estaba relacionada con la filtración de planos y la compra masiva de suelo que iba a reclasificarse, según reconoció el propio alcalde, entonces el popular Gabriel Such, quien llegó a recomendar al futuro gobierno (en 2007 ganó las elecciones el PSPV) que lo tirara a la basura y redactara uno nuevo. La oposición, entonces formada por el PSPV, Aidda y l’Entesa, anunció denuncias en Anticorrupción y también amenazó con querellarse contra ellos el regidor del PP

La cuestión es que el nuevo planeamiento incluido en el PGOU aumenta la superficie de suelo no urbanizable del 50 al 56% de un total de 19 kilómetros cuadrados de término municipal, dejando el parque natural de Serra Gelada al margen, si bien recoge hasta 26 áreas de reparto distribuidas por el resto del término municipal. Antes de concluir la tramitación del PGOU el gobierno local desclasificó casi dos millones de metros cuadrados y dio carpetazo a seis expedientes de construcción, iniciados en su mayoría en el año 2003 en diferentes puntos del término municipal, básicamente en el extrarradio del casco urbano porque eran zonas con un “alto valor paisajístico y medioambiental. Se trataba de los sectores Cautivador III y IV, Park del Sol, Pla de la Serra, Romeral II y Finca Bodega.

El PGOU de Altea está vigente desde 1982, cuando fue aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos. Aquel documento clasificó como suelo urbanizable áreas de un gran valor ecológico y paisajístico actualmente protegidas, si bien el desarrollo urbanístico de la década del urbanismo descontrolado, la pasada, provoca que la población creciera casi un 50% en la localidad, aunque el desarrollo de urbanizaciones de baja densidad con edificaciones aisladas se ha compensado con un crecimiento moderado de los dos núcleos de población más importantes.

De acuerdo con la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana, habría que prever suelo urbanizable en Altea para 33.424 habitantes, ya que el crecimiento previsto en el periodo 2010-2030 es de un 37,3%. Esto supondría pasar de las casi 15.000 viviendas actuales a 19.680, o sea, construir 5.353 viviendas nuevas en Altea. Sin embargo, en 2014 su población descendió en 1.815 habitantes y desde 2010 hasta ahora ha perdido unos 1.500. Y a pesar de que el PGOU está vigente 32 años, no se han desarrollado una gran parte de los suelos urbanizables que recogía: IT-1, IT-2, IT-3, IT-4, IT-5, IT-6, IT-9 e IT-10. De hecho, de los 15 sectores previstos, solo cuentan con ordenación aprobada cuatro, en dos de ellos ni siquiera de ha presentado iniciativa alguna y hay dos sectores industriales pendientes de adjudicación por la Comisión Territorial de Urbanismo. ¿Necesita Altea algo más que no sea adaptar su PGOU a la actual realidad jurídica? Parece que no, que le sobra suelo urbanizable para décadas. Incluso ha desclasificado el plan parcial de Alhama Spring por el valor medioambiental de sus 80.000 metros cuadrados.

Berjón también ha redactado el nuevo PGOU de Relleu, que ha pasado del intento de reclasificar cinco sectores de suelo no urbanizable para uso residencial/hotelero, que sumaban una superficie conjunta de 2,7 millones de metros cuadrados y una edificabilidad de 593.721 metros cuadrados de techo, a reclasificar dos sectores, uno de 66.859 metros colindante con el casco urbano actual y otro de 68,44 hectáreas que linda con el término municipal de Orxeta, donde haría falta que el futuro urbanizador ampliara en más de un kilómetro la antigua carretera del pantano para darle acceso al sector. La colmatación de ambos supondría la construcción de 2.110 nuevas viviendas y 4.50o nuevos habitantes, lo que multiplicaría casi por cuatro la población actual del municipio.

Respecto al anterior Plan General que el Ayuntamiento aprobó provisionalmente en 2007 y el Consell tumbó, el suelo urbanizable pasa de ser el 3,56% del término municipal al 0,98% de sus 7.690 hectáreas. En la versión preliminar del nuevo plan aprobada el pasado pleno, se quedaría como suelo no urbanizable el 98,30% de su superficie y un 52,64% estaría protegido.

Sin embargo, este nuevo plan general deja un resquicio de cara al futuro, ya que también establece una reserva de suelo en la partida de Muscarets que supone el 2,47% de todo el término municipal (casi 1,9 millones de metros más), que se corresponden con parte de sectores clasificados como urbanizables en la anterior propuesta y que podrán ser objeto de desarrollo urbanístico en el futuro en el momento que las condiciones socioeconómicas y legislativas así lo permitan, para lo que, además, deberá observar las directrices estratégicas de evolución urbana y ocupación del territorio del PGOU. Es decir, que deja la puerta abierta a seguir urbanizando. En realidad, si se suma el 0,98% de suelo urbanizable en el término municipal propuesto en este nuevo PGOU y el 2,47% de la reserva de suelo citada, el resultado (3,45%) es casi el 3,56% que pretendía urbanizar el anterior plan.

Pegado a Relleu está Orxeta, un municipio de 875 habitantes que en 2012 empezó también a perder población, pero que tiene en tramitación su primer Plan General de Ordenación Urbana con la pretensión de que el Consell le apruebe cuatro nuevos sectores residenciales para reclasificar 2.253.374 metros cuadrados liberando la protección de su huerta y así poder construir unas 3.500 viviendas nuevas, un hotel y un campo de golf. Por cierto, un PGOU del que nada se sabe desde hace años y que está paralizado en la Comisión Territorial de Urbanismo sin visos de que pueda salir adelante.

En el Estudio de Paisaje que se expuso en su día se hablaba de “crear un nuevo foco de atracción turística en el municipio de manera que se potencie el crecimiento económico de Orxeta frente a otros focos de atracción turística del litoral”. El alcalde que impulsó este primer Plan General de Orxeta, Vicente Llinares, del PSPV, declaró en 2006: “Estamos hablando de convertir la huerta en un campo de golf de 18 hoyos, un hotel de cinco estrellas”. Entonces auguraba que “todo eso traerá riqueza, trabajo y turismo de calidad”. Era el argumento entonces de moda. Ningún alcalde, del partido que fuera, podía permitirse el lujo electoral de perder ese tren. Y no solo pasó de largo, sino que sus previsiones no han podido quedar más lejos de la realidad. Han traído un mayor abandono de su huerta, un mayor desastre paisajístico y se antoja difícil imaginar ni siquiera a largo plazo que Orxeta pueda tener un campo de golf y viviendas de lujo en su entorno.

Como ya publicó LA MARINA PLAZA, a pesar de que 18 de los 32 sectores que recogían las normas subsidiarias de Finestrat no se han edificado, el anterior Consistorio presidido por Miguel Llorca, del PSPV, y el actual, del que es alcalde Honorato Algado desde 2007, han previsto el desarrollo de 6.706.429 metros de suelo urbanizable, donde se contempla la posibilidad de construir 10.583 viviendas y convertir Finestrat en un municipio con una población de 33.856 habitantes, todo ello bajo el parámetro de que cada vivienda se construiría sobre 150 metros cuadrados y habría 3,2 habitantes en cada una de ellas.

El nuevo documento que se está tramitando consiste básicamente en “la asunción de la totalidad del suelo urbano y urbanizable” actual “y además los sectores reclasificatorios de las normas subsidiarias que han superado el proceso de exposición pública, es decir los sectores el Arquet y La Pedrera, abarcan 1.685.450,05 y 485.940,49 metros cuadrados, respectivamente”. Esto es, que a los 6,7 millones de metros hay que añadir otros dos millones más para alcanzar los casi 9 millones de metros cuadrados expuestos al ladrillo.

Así que el Consell, en su propuesta y análisis de alternativas al escenario adoptado por el Ayuntamiento, asegura que “el planteamiento de alternativas al modelo territorial actual que incluyen nuevos desarrollos no parece, a la vista de la gran cantidad de suelo vacante en los sectores urbanizados o del escaso/nulo desarrollo de sectores aprobados, estar justificado”. “Por tanto, las alternativas deberían elaborarse en sentido contrario, es decir, estableciendo criterios y normas encaminadas a completar la edificación del suelo ya urbanizado y a revisar la viabilidad de los sectores no desarrollados discordantes con los valores o limitaciones del territorio identificados en la fase de diagnóstico”.

Cabe añadir que Relleu, Orxeta y Finestrat -como La Nucia, L’Alfàs y Altea- también son limítrofes entre sí y que a pesar de la gran cantidad de derivaciones que ello conlleva, los tres han tramitado de espaldas a su vecino el documento de planeamiento de sus términos municipales.

Capítulo aparte merecen algunos casos que no tienen que ver con la revisión de planes generales, pero que han ocasionado daños colaterales muy relevantes. Es el caso de Sella, donde el plan parcial Saleres, tramitado mediante la reclasificación de suelo, pretendía construir 180 viviendas y duplicar la población de uno de los pueblos con más encanto de la comarca. Ahora, lo que queda de aquel proyecto, que provocó la dimisión del alcalde Vicente Mas, del PP, y otro concejal popular porque tenían suelo en el sector y no lo podían aprobar con su voto, es una inmensa herida del tamaño del casco urbano.

En Callosa d’En Sarrià el TSJ ha anulado el plan parcial Anibits Margequivir y el Plan General en lo que afecta a este sector, lo que implicará su reformulación. Y en Benidorm las cosas han funcionado al revés. El único municipio de La Marina que podía justificar su crecimiento, entre otras cosas porque tiene el precio de la vivienda más caro de la Comunidad Valenciana, ha visto como planes parciales que deberían estar desarrollados hace ya años, como Armanello o El Murtal, lo que habría permitido cerrar la trama urbana e integrar zonas muy degradadas del término municipal, siguen bloqueados judicialmente porque sus promotores, Enrique Ortiz y Francisco Gómez (alias El Paloma), los adjudicatarios de la urbanización, prefirieron pleitear intentando colar condiciones ilegales al resto de los propietarios de suelo en el sector.

Capítulo aparte merecen los mercenarios de todo tipo que han pululado alrededor de las redacciones de estos planes generales. Gabinetes, estudios y técnicos de todas las disciplinas se han convertido en pistoleros del ayuntamiento que los contrataba para redactar informes a la carta de las peticiones de políticos de medio pelo, a los que les ha importado una higa el interés general y la verdadera trascendencia de lo que estaban haciendo.


* La Marina Plaza - 2.1.15
Foto: Marina Baja (Alicante), vista - marinaplaza

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